Publicada: viernes, 23 de mayo de 2025 20:59

Cuando los grupos armados irrumpieron en Damasco y se apoderaron de todos los centros vitales y gubernamentales de Siria, simultáneamente comenzaron a circular informes que cuestionaban el futuro del país y, por extensión, de toda la región.

En este contexto, el destino de Siria parece depender ahora, de manera directa, de cómo estos actores armados gestionen los delicados asuntos internos del país. El país levantino, debido a su ubicación estratégica en el corazón de Asia Occidental, desempeña un papel clave en el equilibrio regional, lo que hace que cualquier alteración en su estabilidad afecte, inevitablemente, la seguridad y la estabilidad de los países vecinos.

Los grupos armados, ahora, se encuentran ante una tarea de enorme complejidad. Su responsabilidad es crucial, ya que tienen la capacidad de evitar que Siria caiga en un abismo de caos e inseguridad, controlando las fuerzas extranjeras que no buscan el bienestar del pueblo sirio, como Estados Unidos y el régimen israelí. Estos actores internacionales han estado, fomentando el desorden en Siria, con el fin de avanzar en sus propias agendas geopolíticas.

A pesar de los desafíos y las consecuencias negativas que han surgido, los últimos acontecimientos han mostrado que, por ahora, la racionalidad y la moderación han prevalecido sobre la anarquía y la violencia desmedida. La reciente declaración de Muhammad Ghazi al-Jalali, actual primer ministro de Siria, quien se ha mostrado dispuesto a colaborar con el representante electo del pueblo y facilitar una transición política pacífica, refuerza esta perspectiva. Además, el hecho de que la oposición haya asegurado no atacar a los civiles fue interpretado como una señal de distensión. Al respecto, el primer ministro extendió una mano amistosa, expresando su esperanza de que todos los sirios actúen con sensatez y prioricen el interés nacional, preservando las instituciones del Estado y recordando que Siria pertenece a todos sus ciudadanos, sin distinción.

Salvo el régimen israelí, ningún otro país o grupo en la región desea la desestabilización de Siria. Este régimen, sin embargo, sigue acechando la integridad territorial del país, y ha dado pasos firmes hacia la ocupación de sus tierras, como lo demuestran sus constantes movimientos militares y las declaraciones de Benjamín Netanyahu. Bajo diversas justificaciones, Israel ha intensificado sus ataques sobre territorio sirio, bombardeando instalaciones clave como la base aérea de Khalkhalah en el sur del país, varias posiciones en el barrio de Mezzeh en Damasco, la zona de Jabal Qasioun, y la principal base aérea al norte de Sweida, que alberga un vasto arsenal de misiles y municiones del ejército sirio. El objetivo explícito de estas incursiones sigue siendo la aniquilación de la capacidad militar de Siria.

Además, el régimen israelí ha dejado claro que su enemistad con Siria no depende del tipo de gobierno que ocupe el poder, sino que es una oposición a la existencia misma del país, su pueblo y su territorio. Según la agencia Reuters, Netanyahu recientemente declaró que el acuerdo de distensión firmado en 1974 había llegado a su fin, y con este pretexto, Israel ha ocupado la zona desmilitarizada del Golán, desplegando sus tropas en este enclave. Varias fuentes han confirmado también la entrada de tanques israelíes en localidades como Khan Arnabeh y otras zonas de Quneitra, en territorio sirio.

Estos recientes eventos en los Altos del Golán, junto con las continuas agresiones israelíes orientadas a destruir las capacidades militares de Siria, son precisamente los sucesos que Teherán había venido advirtiendo. En especial, cuando Estados Unidos e Israel se aliaron para utilizar la amenaza de “Daesh” como carta para poner en peligro la existencia misma de Siria. Fue esta amenaza, junto con la solicitud del gobierno sirio, la que motivó a Irán a enviar asesores militares para asistir a Siria en su lucha contra el grupo terrorista, con el fin de salvar al país de esta amenaza takfirí.

Tras la eliminación de la amenaza de Daesh en Siria, Irán comenzó a reducir el número de sus asesores militares en el país, con el objetivo de contribuir a la seguridad y estabilidad de la nación árabe. Asimismo, Teherán incrementó su participación activa en el proceso de Astaná, en colaboración con Turquía y Siria, buscando desescalar el conflicto y avanzar hacia una resolución política. Irán sigue defendiendo la premisa de que es el pueblo sirio quien debe decidir su propio destino, sin interferencias extranjeras.

Mientras tanto, las agresiones abiertas del régimen israelí en los Altos del Golán, junto con su creciente codicia territorial sobre Siria, siguen siendo una constante. A pesar de los acuerdos de alto el fuego con Líbano, Israel ha continuado con sus ataques, al igual que en Gaza, incluso después de que la Corte Penal Internacional de La Haya emitiera una orden de arresto contra Netanyahu, acusándolo de ser un criminal de guerra. Estos hechos refuerzan la postura iraní en apoyo a Hezbolá, HAMAS, la Yihad Islámica y el eje de la resistencia, y ponen de manifiesto que Israel, en su opinión, solo entiende el lenguaje de la fuerza.

Hoy en día, Siria se enfrenta a dos caminos posibles: el primero, la continuación de la confrontación armada y la venganza, que inevitablemente conducirá a un caos generalizado y a un colapso del país; el segundo, el fin de las hostilidades y el inicio de un diálogo nacional inclusivo, que permita la participación de todos los sectores de la sociedad siria en la toma de decisiones, para formar un gobierno de unidad que garantice la seguridad de todos sus ciudadanos y de los residentes extranjeros. Este gobierno tendría la tarea de proteger los lugares sagrados, las misiones diplomáticas y los consulados de acuerdo con las normativas internacionales.

Los recientes acontecimientos en el Golán revelan que el régimen israelí sigue siendo el principal enemigo de Siria, buscando desestabilizarla, mientras Irán la considera un país clave dentro de la dinámica política de Asia Occidental. Irán no ha escatimado esfuerzos para garantizar la estabilidad de Siria y sigue manteniendo consultas con todos los actores relevantes en la región. La relación histórica de amistad entre ambos países sigue siendo sólida y se espera que perdure. Por ello, Irán continúa observando de cerca los desarrollos en Siria, con el fin de adoptar las posturas y políticas más adecuadas en función de los acontecimientos que se sucedan.

 

Por Mohsen Khalif