Publicada: viernes, 24 de mayo de 2024 20:21

Más de 88 millones de iraníes lloran la partida no sólo de un presidente, sino de un hombre impregnado por la espiritualidad cuya raigambre obedece a las fibras más íntimas de la comunidad islámica; ya que el presidente iraní, no sólo fue el representante del poder ejecutivo, sino un descendiente del Profeta Muhammad, cuya misión en la conducción del gobierno ha sido interrumpido por su repentino martirio, que para los creyentes de la nación persa y el mundo, él junto a su comitiva están vivos,

Por Roberto Chambi Calle, Jurista, teólogo y analista en RRII

Después de haber servido por años en el poder judicial y la fiscalía, le tocó asumir el mando presidencial, en un escenario marcado por el debilitamiento económico financiero ocasionado por el bloqueo económico, político y militar de Washington y sus socios europeos. Su postura fue incólume respecto a las políticas injerencistas de EE.UU., en especial en la defensa del derecho de Palestina a su autodeterminación, sus críticas duras fueron incluso contra algunos países islámicos por la falta de compromiso y convicción, especialmente dentro las esferas axiomáticas que debería practicar la comunidad islámica en el mundo.  Este posicionamiento de su política internacional estaba complementada y sincronizada con el trabajo de su canciller, Amir Abdolahian, un hombre académico y conocedor del las RRII y el Derecho Internacional.

En tal sentido, la política exterior de la República Islámica estaba direccionada por el presidente mártir y ejecutada por su canciller, quien en los distintos foros mundiales en el marco de las instituciones internacionales como la ONU, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDHNU), la Unión Europea, la Organización para la Cooperación Islámica, entre otros, tenía una dinámica de confronte, denuncia y reclamo por el accionar de los países occidentales respecto a los derechos del pueblo de Palestina y las masacres cometidas por el ente sionista en Gaza.

El martirio del presidente iraní, su canciller y su comitiva no cambiarán casi en nada el posicionamiento ni las acciones de la política exterior e internacional de los persas; pues no se debe olvidar que la teocracia Islámica está dirigida por su jefe de Estado y Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Ali Jamenei, quién tiene facultades como: “Delinear la política general del sistema de la República Islámica de Irán, controlar la buena marcha del cumplimiento de las políticas generales del sistema, ejercer la comandancia general de las Fuerzas Armadas, declarar la guerra y la paz y movilizar los efectivos, sancionar el mandato presidencial de la República tras la elección del pueblo, cesar al Presidente de la República después de la sentencia del Tribunal Supremo del país, por descuido de las responsabilidades que legalmente le competen o por votación de la Asamblea Consultiva Islámica, entre otros”. (Art. 110, Const. Iraní)

A tal fin, los deseos espurios de los enemigos de la República Islámica, sobre la “inestabilidad” por el martirio del presidente Ebrahim Raisi, son vanos; pues el sistema de la nación persa está supervisado por el Líder de la Revolución Islámica.

Si es que más adelante, con el esclarecimiento de los hechos que interrumpieron la vida del presidente iraní en el noreste de Irán, arrojaran sospechas o algún indicio, que lo sucedido fue un atentado ocasionado por los enemigos, con seguridad que toda la furia será descargada sobre los posibles autores de este atentado. No se debe olvidar que EE.UU. y el régimen israelí desde hace más de 4 décadas han estado saboteando y atentando contra la vida de civiles, religiosos, científicos —como Mohsen Fakhrizadeh (28 de noviembre de 2020.), uno de los arquitectos del programa nuclear de Irán, asesinado por la Mossad— y Generales como el hach Qasem Soleimani (3 de enero de 2020), asesinado por EE.UU.; por lo tanto, las investigaciones están a la espera de lo sucedido con el presidente y su comitiva.

Seguramente el 8 de julio del presente, el nuevo presidente que asumirá el ejecutivo seguirá los axiomas establecidos en la constitución, que en otros términos están basados en los cimientos Coránicos, lo cual significa que no habrá ningún tipo de inestabilidad política, tal cual es el deseo de sus enemigos, quienes lapso a lapso mascullan la defenestración del país islámico.