Publicada: lunes, 13 de julio de 2020 20:01
Actualizada: lunes, 13 de julio de 2020 23:31

Pese a la campaña mediática que aterroriza al mundo con la pandemia, la realidad es que todo sigue su curso geopolítico de modo muy similar a tiempos pasados.

Pese a toda la campaña mediática que tiene aterrorizada a la población mundial con la pandemia permitiendo que nadie vea ni piense en lo que está pasando, la verdadera realidad es que todo sigue su curso geopolítico de modo muy similar al año anterior y décadas pasadas, es decir, los piratas modernos siguen robando y destruyendo naciones enteras sin ningún remordimiento.

La pregunta es: ¿y cuál es una de sus estrategias más empleadas y con mayor éxito?

La respuesta dada por diversos analistas (1) se condensa en una herramienta mediática-militar muy acertada para explicar dicha cimitarra, aplicada a todos los actos de corrupción y expoliación realizados ‘ejemplarmente’ por la monarquía británica, pletórica de leyendas sanguinarias a partir de los corsarios devenidos en nobles gracias a sus robos y traiciones. Es la denominada doctrina de la alta probabilidad.

Esta posee tres características especiales: una, se puede culpar a cualquiera si conviene a sus intereses por muy perversos que sean; dos, no necesitan mostrar ninguna evidencia que pruebe lo dicho, sino simplemente acusar y luego reproducir en los Medios Masivos de Desinformación (MMdeD); tres, es factible castigar inexorablemente a quien no obedezca y aprobar a aquel que siga su antiética maquiavélica. 

Sin embargo, esta visión no sólo la emplea Londres. Son sus próceres más destacados los regímenes destructivos como Estados Unidos, Arabia Saudí, Israel, entre otros, los que se muestran como un modelo.

Recordemos el Maidán en Ucrania donde existía un gobierno legítimo defenestrado por obra de un Golpe de Estado amparado totalmente por la embajada de la Casa Blanca y cuya sustentación era la alta posibilidad de que el gobierno fuese corrupto o que negara la vinculación del país a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esa fue la información mundial transmitida después de quemar en un edificio a más de cincuenta activistas que defendían la legalidad ante este cruento hecho y comprobarse posteriormente que fue una burda acción paramilitar occidental para apoderarse del poder.

El caso de Hong Kong es igual: se ha difundido por la propaganda occidental que la ley de seguridad para dicha ciudad china será altamente probable que impida la libertad de la población, es decir, sancionar los intentos de sabotaje, la subversión, las marchas violentas con quemas de personas y edificios, son antidemocráticas según las ideas de las agencias de inteligencia injerencistas. No hay necesidad de aportar pruebas porque es así, pese a que en el caso de presentarse en países soberanos, autónomos, libertarios efectivamente, cuando los manifestantes asesinen o quemen ciudadanos es valentía juvenil. El complot continúa.

La agresión de EE.UU. a Irán por sus fuentes de energía atómica pacífica proponía la destrucción de estas centrales ya que existiría una alta posibilidad que la usaran para fines malévolos, aunque todo demuestra lo contrario, especialmente por el pacto nuclear suscrito entre Irán, Francia, Reino Unido, Rusia, China, Alemania, la Unión Europea y la salida de Estados Unidos, ratificado plenamente por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). Por el contrario, se acepta como correcto e indiscutible que nadie pueda supervisar el poder nuclear que posee Israel al supuestamente establecer que nunca atacarán a nadie debido a su bondad. Los hechos comprueban la falsedad de esta última afirmación.

El cerco de Trump a Venezuela se realiza basado en que desde esta nación soberana presuntamente saldría el tráfico de drogas más grande del mundo, por lo cual hay que enviar una flota naval para rodearla e impedir que lleguen los insumos para narcóticos, pese a que la realidad indica que  Colombia provee el 70 % de la cocaína del mundo y donde  ingresaron nuevos asesores estadounidenses en un comando especial (SFAB) para ‘enseñar’ sobre narco cultivos asesinando con armas extremas a la oposición, No hay que probar nada; simplemente hay que convencer de que lo primero es cierto y con ello basta, aunque si no es suficiente el complot debe continuar.

Dos casos emblemáticos son la acusación a Rusia de derribar el vuelo 17 de Malaysia Airlines a través de las fuerzas del Donbás y la culpabilidad por ‘alta probabilidad’ de envenenamiento al ex doble agente de origen ruso, Sergei Skripal, que residía en el Reino Unido.

Después de una infame propaganda no desmentida hasta el día de hoy, se ha descubierto que la nave fue derribada el área de Donetsk por fuego de ametralladora de un avión perteneciente a las fuerzas armadas ucranianas, que atravesó el ala y fue complementado por la explosión de dos misiles. No es de extrañar que el piloto de dicha nave regresó angustiado a la base, informando del uso de dos misiles, impidiendo las autoridades su contacto con medios públicos o investigativos y posteriormente se suicidó, seguramente producto de remordimientos al masacrar cerca de 300 pasajeros. Se conoce además que por dicha zona pasaría el avión presidencial de Vladimir Putin, que era su objetivo.

Del presunto espía envenenado por la ex KGB (Comité de Seguridad Estatal de la Unión Soviética) ahora modernizada según la propaganda imperial, nada se dijo que trabajaba con un laboratorio de guerra biológica, que quien lo encontró enfermo fue una enfermera de las fuerzas armadas británicas asociado a éste y que no hubo autopsia objetiva, sin permitir análisis de las muestras de su casa donde en el pomo de la puerta se habría puesto el veneno, pese a que la policía no se contagió al hacer la investigación sin guantes.

Definitivamente la doctrina de la ‘alta probabilidad’ es la más cínica manifestación de acusadores congénitos que tiene en su ADN el daño a la Humanidad. Lo delicado es que siguen con su perversión sin remordimiento manifestando una enfermedad psicopática peligrosa.

Finalmente, es altamente probable, eso sí, que quien comprenda la perfidia del régimen estadounidense y sus arteros socios piense críticamente en hacer cambios en sus países donde el imperialismo ha impedido la soberanía. Y quien no lo entienda aún, sepa que la transformación social, más temprano que tarde, se dará. Esa sí es una predicción científica.

  1. Se debe reconocer al escritor político Sergio Rodríguez Gelfenstein la utilización acertada de este concepto.