Esta medida se ha tomado después de que el Ministerio de Salud iraní advirtiera de que la adhesión a las reglas de distanciamiento social se ha reducido del 90 al 40 por ciento en las principales ciudades como Teherán (la capital).
En declaraciones a Press TV, según publica esta cadena en lengua inglesa el domingo, funcionarios de salud dijeron que la tasa de infección ha aumentado, dada la reapertura de gran parte de la economía del país y advirtieron de que no actuar con vigilancia podría aumentar la carga que los médicos y las enfermeras están soportando.
De hecho, el presidente de Irán, Hasan Rohani, dijo el sábado que, como no se sabe hasta cuándo se pueda tener acceso a una vacuna aprobada y disponible contra la COVID-19, los iraníes deben seguir observando los protocolos de salud durante un largo tiempo.
“La gente debe saber que la epidemia tomará mucho tiempo y hoy no estamos en posesión de un final claro y definido para la epidemia (...) Es posible que tengamos un largo período por delante hasta que podamos tener acceso a una vacuna aprobada y disponible”, declaró el mandatario iraní.
Irán registró los primeros casos de la COVID-19 a principios de febrero y de inmediato las autoridades se movilizaron para contener la propagación del virus. Según las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Salud, más de 167 000 personas han contraído la enfermedad y 8134 han muerto, mientras que más de 129 700 pacientes se han recuperado.
Teherán pidió el levantamiento de las sanciones inhumanas de EE.UU. puesto que obstaculizaban la lucha contra la pandemia, pero al ver que su llamado cayó en saco roto, se centró en sus capacidades internas para luchar contra el virus en Irán y, de inmediato, comenzó a producir diversos artículos y equipos para evitar los contagios, y ya los exporta.
Actualmente, las autoridades han levantado progresivamente las restricciones impuestas para combatir el virus, y la actividad casi ha vuelto a la normalidad en la mayoría de las 31 provincias de Irán.
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