61 soldados estadounidenses desplegados en dos bases en la prefectura japonesa de Okinawa han sido infectados por el nuevo coronavirus, causante de la COVID-19, en los últimos días, un hecho que ha provocado el cierre parcial de los sitios militares.
38 de los casos reportados están en la base aérea del cuerpo de marines de Futenma ubicada en Ginowan, en la isla sureña de Okinawa, mientras que otros 23 ocurrieron en Camp Hansen, una base que alberga a unos 6000 marines estadounidenses.
Las autoridades y el pueblo japoneses están conmocionados y furiosos con EE.UU. por la rápida extensión del nuevo coronavirus entre sus fuerzas militares desplegadas en Okinawa, y denuncian que los estadounidenses no están tomando en serio la pandemia de la COVID-19.
“Es extremadamente lamentable que las infecciones se estén extendiendo rápidamente entre el personal estadounidense cuando los lugareños estamos haciendo todo lo posible para contener las infecciones”, dijo el gobernador de Okinawa, Denny Tamaki, según recogió el domingo el diario británico The Guardian.
En esta misma línea, el funcionario japonés indicó tener “serias dudas” sobre si el Ejército estadounidense haya tomado medidas adecuadas para prevenir la propagación del virus.
El gobernador japonés había censurado anteriormente que el personal militar estadounidense organizó fiestas en el centro de la ciudad y en las playas en torno al 4 de julio a pesar de la crisis de la COVID-19.
La isla de Okinawa, ocupada por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y entregada a Japón en 1972, es considerada la base militar más estratégica del país norteamericano en Asia, especialmente por su cercanía al mar de la China Meridional.
La mayoría de los japoneses se opone a la presencia militar de EE.UU. en Okinawa, debido a los delitos asociados, al ruido y los daños medioambientales, según han mostrado los resultados de diferentes sondeos.
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