Respiraba tranquila Europa con la firma de una gran coalición en Alemania. Tras el suspiro, la mirada se dirigió con temor hacia Italia. En las elecciones se cumplieron los peores presagios de Bruselas: Victoria del M5E, meteórico ascenso de la xenófoba Liga, y posible bloqueo político al no superar ninguno el 40 % necesario para formar Gobierno.
Es el partido más votado en solitario. Pero ha sido la coalición de centro-derecha formada por cuatro fuerzas la que más ha sumado: alrededor del 37 %.
La sorpresa saltó cuando se dio a conocer que la Liga de Matteo Salvini, el partido de la antiinmigración, superó a la Forza Italia de Silvio Berlusconi. Salvini ha descartado una posible alianza con el M5E, y ha reivindicado su derecho a gobernar como líder de la coalición.
La ausencia de mayorías claras pinta un escenario difuso. Pero la cita electoral dejó un claro perdedor: Matteo Renzi. El Partido Democrático (PD) solo consiguió cerca del 19 % de los apoyos. Era la gran promesa de Italia en 2014, un soplo de aire fresco, pero cuatro años después se ha constado su debacle.
Se presentó Renzi como el hombre que iba a desguazar a la vieja política pero ha sido él quien ha acabado en el desguace. Serán el M5E y la Liga los que opten a disputarse el Gobierno.
Ahora la responsabilidad recae sobre el presidente de la República Italiana, Sergio Matarella, asumirá en los próximos días la difícil tarea de poner en marcha un proceso que desemboque en la formación de un nuevo Gobierno.
Rubén Martínez, Roma.
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