El Movimiento de Resistencia Islámica de Irak (Kataeb Hezbolá) ha iniciado las labores de construcción de una nueva base militar en la frontera con Siria, en reemplazo de una localización castrense anterior en la ciudad de Al-Qaem, ubicada en la provincia de Al-Anbar (oeste de Irak), que fue blanco de un ataque de EE.UU.; el asalto provocó la muerte de 25 combatientes de Kataeb Hezbolá.
Esta fuerza militar, que forma parte de las Unidades de Movilización Popular de Irak (UMP o Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), también es miembro de las Fuerzas Armadas de Irak.
La construcción de la nueva base coincide con el aumento de las actividades de Estados Unidos en las zonas fronterizas sirio-iraquíes, en especial en el eje Al-Tanf-Al-Qaem y las áreas rurales de la provincia siria de Deir Ezzor y la región de Al-Baay, ubicada en la gobernación de Mosul, en el norte de Irak.
¿Cómo EE.UU. provocó una crisis en Irak y la región que casi se sale de control?
El ataque de EE.UU. contra las bases de Kataeb Hezbolá en Irak y Siria se considera la última gota que colmó el vaso de la paciencia de los iraquíes, que denuncian la presencia estadounidense en su país, especialmente después de la derrota del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe).
Airados por la ofensiva, miles de civiles iraquíes atacaron la embajada estadounidense en Bagdad, la capital de Irak, para exigir la salida inmediata de EE.UU. del territorio iraquí.
No obstante, tres días después, aeronaves no tripuladas (drones) de EE.UU. asesinaron, en un atentado, a dos símbolos de la lucha antiterrorista en la región, es decir, al subcomandante de las Al-Hashad Al-Shabi, Abu Mahdi al-Muhandis, y al comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, en Bagdad.
En respuesta a este atroz crimen, el Parlamento iraquí aprobó una resolución en la que pidió al Gobierno de Bagdad suspender los acuerdos de seguridad con Washington y poner fin a la presencia de sus fuerzas.
Por su parte, la República Islámica de Irán, que había amenazado con cobrarse una “severa venganza” por el asesinato de Soleimani, el 8 de enero lanzó una lluvia de misiles contra las bases de EE.UU. en Irak.
Los misiles de Irán fueron tan precisos y potentes que EE.UU. no logró rastrear ni un solo misil para proteger a sus tropas, que vivieron momentos de gran temor por el ataque relámpago de Irán, que generó gran destrucción en la base Ain Al-Asad, en Al-Anbar.
mkh/anz/hnb