Washington anunció el jueves una serie de sanciones contra una treintena de entidades rusas y expulsó a diez miembros de su legación diplomática, en represalia por lo que considera la “injerencia” de Rusia en las elecciones presidenciales de EE.UU., la ocupación de Crimea y las recompensas a sus soldados en Afganistán.
Entretanto, Biden afirmó la misma jornada que tuvo una conversación telefónica “respetuosa” con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la que dijo que “llegó el momento de la desescalada”.
El inquilino de la Casa Blanca adujo que Washington pretende mantener una relación “estable” y “predecible” con Rusia y que no está buscando iniciar un “aumento del conflicto”. “Ahora es el momento de reducir la tensión y [seguir un camino basado en] un diálogo reflexivo y un proceso diplomático”, señaló.
No obstante, Biden calificó las sanciones como “una respuesta medida y proporcionada” a lo que calificó como acciones hostiles de Moscú.
Además, advirtió de que Estados Unidos está “preparando tomar más acciones” contra lo que considera “interferencia extranjera”.
Las relaciones entre Moscú y Washington se han tensado en las últimas semanas, especialmente después de que Biden llamara “asesino” a Putin en una entrevista concedida a una cadena local estadounidense en la que también advirtió que el líder ruso “pagará un precio” por la supuesta intromisión en las elecciones presidenciales de 2020, eso sí, sin que llegara a aportar prueba alguna al respecto.
En respuesta a tales declaraciones, Putin le deseó buena salud a Biden y dejó claro que “el asesino es el que acusa a los demás de ser un asesino”, además de ofrecer el inicio de conversaciones sobre las relaciones bilaterales y resolver los conflictos en línea.
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