Clark Jefferson, un afroestadounidense que vivía en Holmes, Misisipi, falleció en abril pasado después de presentar fiebre alta y neumonía durante semanas.
Su hermana, Francine Jefferson, recordó sus últimos días bajo los efectos de la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19. Señaló que murió por falta de una protección y atención médica efectivas.
Francine acusó el racismo en el Gobierno de los Estados Unidos al lidiar con la pandemia, diciendo que su hermano podría haberse salvado si el hospital lo hubiera aceptado. Dijo que la situación de su hermano empeoró después de regresar a casa y falleció dos días después.
Francine dice que la muerte de su hermano revela el hecho de que los afronorteamericanos que luchan en la base de la sociedad estadounidense son descartables en cualquier momento. Son el grupo más afectado por la pandemia, pero también el grupo de personas con la tasa de inoculación más baja.
Los datos de control de la pandemia en los EE.UU. son la mejor prueba del racismo sistemático, arraigado en el país durante mucho tiempo, una traba que se ha vuelto mucho más patente en medio de la COVID-19.
Aproximadamente el 38 % de los residentes en el estado de Misisipi son afrodescendientes, la proporción más alta en los Estados Unidos. La población afroestadounidense también es el grupo más pobre del estado.
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