Pareciera un festival de inmigrantes en esta congregación de trumpistas. Algunos piden sangre.
Interesantemente, los inmigrantes trumpistas no saben ni pueden articular el porqué de su preferencia. No obstante, la ironía yace en otro aspecto: todo este colectivo —a pesar de su fervor— es sujeto a deportación, encarcelamiento o esterilización bajo el criterio de la actual Administración.
Donald Trump aseguraba que estas personas (en vídeo) son criminales, violadores, narcotraficantes. Prometió poner freno a los migrantes de países que catalogó como “pozos sépticos”, asegurando a la vez que favorecía a los migrantes de países europeos y anglosajones.
Mediante órdenes ejecutivas, interminable litigio, cuatiosa inversión de recursos en agencias migratorias-policiales, entre otros, Trump, junto al sector privado, materializó campos de concentración al margen del escrutinio. Aquí se humilla, tortura, viola, esteriliza y encarcela seres humanos.
El campo de concentración de Krome es una verdadera institución en la violación de los derechos humanos. Violaciones, abusos, torturas, golpes; detenidos privados de su derecho legal de consejo; detenidos privados de su derecho legal de entrevistarse o por lo menos expresar su situación a sus familiares.
Marcelo Sánchez, Miami.
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