El veto en solitario de Estados Unidos a la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) sobre el estatus de Jerusalén se ha producido mientras que todos los otros 14 miembros de dicho ente han votado a favor de la iniciativa.
La moción, presentada por Egipto, estipula que cualquier decisión o acción que pretenda alterar el carácter, el estatus o la composición demográfica de Jerusalén “no tiene efecto legal, es nula y debe ser rescindida”.
La embajadora de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Nikki Haley, ha considerado los votos a favor de la resolución como un “insulto” a EE.UU. y una “vergüenza” para el Consejo de Seguridad.
Estados Unidos no dejará que otros países dicten donde podemos poner nuestra embajada. Lo que hemos visto aquí es un insulto. No los olvidaremos”, afirma la embajadora de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Nikki Haley.
“Estados Unidos no dejará que otros países dicten donde podemos poner nuestra embajada. Lo que hemos visto aquí es un insulto. No los olvidaremos”, ha advertido Haley tras la sesión de votación.
Esta vez, el aliado más cercano de EE.UU., el Reino Unido, tampoco le ha secundado y ha insistido en no alterar el actual estatus de Jerusalén y reiterado que las partes deben llegar a un acuerdo sobre la ocupada ciudad palestina de Al-Quds.
La controvertida decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre Jerusalén ha revertido décadas de negociaciones que EE.UU. había realizado con cautela para no poner en peligro los esfuerzos de paz en Oriente Medio, poniendo ahora a la Casa Blanca en el blanco de las más duras críticas tanto de sus socios y amigos como de sus adversarios.
Palestina ya advirtió que recurriría ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), si Estados Unidos llegara a vetar la resolución sobre Jerusalén.
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