“El presidente (Donald) Trump ha dejado muy claro que espera que el Gobierno ruso comience a paliar la crisis en Ucrania y devuelva Crimea”, ha subrayado Spicer en su conferencia de prensa diaria.
La península en cuestión se escindió de Ucrania y se reincorporó a Rusia tras celebrar en marzo de 2014 un referéndum en el que la aplastante mayoría de votantes, más del 96 por ciento, avaló esa opción.
El presidente (Donald) Trump ha dejado muy claro que espera que el Gobierno ruso comience a paliar la crisis en Ucrania y devuelva Crimea”, señala el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.
Debido a la reintegración de Crimea a Rusia y a los supuestos apoyos del Kremlin a los independentistas ucranianos —algo que niega Rusia—, Washington ha impuesto una serie de sanciones contra Moscú.
Sea como fuere, el portavoz estadounidense se muestra esperanzado de que, con la Administración de Trump, Washington y Moscú puedan “mantener buenas relaciones”.
Spicer aduce al respecto que el presidente Trump considera que los buenos vínculos con el Gobierno ruso ayudarán a la lucha contra el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) y el terrorismo mundial.
También ha aprovechado para cargar contra la Administración del expresidente Barack Obama, ya que, en su opinión, no consiguió crear lazos apropiados con el Kremlin y defender así los intereses de Estados Unidos.
Tanto los republicanos como los demócratas estadounidenses critican a Trump por su intención de acercarse a Moscú y acusan a Rusia, basándose en informes de Inteligencia, de realizar ataques cibernéticos a favor de la llegada de Trump al poder.
La posición de la Casa Blanca respecto a Crimea viene en un momento crucial, ya que el asesor de Seguridad Nacional de Trump, Michael Flynn, tuvo que renunciar de su cargo por mentir sobre sus conversaciones con el embajador ruso en Washington, Serguei Kislyak, en las que las partes hablaron sobre las sanciones antirrusas antes de que Trump se instalara en el Despacho Oval.
De todos modos, Putin da por zanjado el caso de Crimea y recuerda que “hay que respetar la decisión popular y no ajustar el derecho internacional y los principios democráticos a los intereses geopolíticos”.
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