A lo largo de su carrera, Zdzislaw Beksinski realizó poco más de 300 obras y siempre definió su trabajo como una forma de fotografiar sus sueños, según recogieron el miércoles los medios.
Estas combinaciones de pesadillas y realidad dan como resultado piezas de arte que generan ansiedad en el espectador.
"Lo que importa es lo que aparece en tu alma, no lo que sus ojos ven y lo que puede nombrar", dijo Beksinski respecto a su obra.
Lo que importa es lo que aparece en tu alma, no lo que sus ojos ven y lo que puede nombrar", dijo el pintor polaco Zdzislaw Beksinski.
Al contrario de lo que nos puede parecer, Beksinski no tenía formación artística. Era ingeniero arquitectónico e incluso llegó a diseñar carcasas de coches y autobuses.
Nunca puso título a ninguna de sus obras y tampoco quiso organizar exposiciones para mostrarlas al público, hasta 1984, cuando firmó un contrato con Piotr Dmochowski, un tratante de arte que promocionó sus obras durante muchos años.
Otro dato sorprendente sobre el pintor es que nunca padeció ningún trastorno mental y tampoco era una persona triste, al contrario, era un hombre con un gran sentido del humor y una personalidad encantadora.
Tuvo unos años muy difíciles a finales de la década de los 90 del siglo pasado, ya que, después de la muerte de su esposa, sobrevino el suicidio de su hijo Tomasz.
El autor falleció en su apartamento de Varsovia (capital polaca) en febrero de 2005, víctima de una puñalada propinada por un conocido al que se había negado a prestar dinero.
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