El Gobierno de China ha reaccionado inmediatamente a las declaraciones del nuevo secretario estadounidense de Defensa, James Mattis, en relación a unas deshabitadas y pequeñas islas, cuya soberanía se disputan China y Japón.
En un viaje a Tokio, la capital de Japón, el secretario de Estado de Defensa del presidente Donald Trump reiteró el viernes que Estados Unidos respaldaría a Japón en su disputa por el archipiélago de Senkaku (Diaoyu, en chino) en el mar de China Oriental, ya que está protegido por la alianza militar entre Estados Unidos y Japón.
Exhortamos a la parte estadounidense a adoptar una actitud responsable, a cesar sus declaraciones erróneas sobre la soberanía de las Diaoyu y a evitar complicar aun más este asunto desestabilizando la situación regional", ha indicado el portavoz de Exteriores chino, Lu Kang.
A modo de respuesta, el ministerio de Relaciones Exteriores chino ha asegurado que el tratado era "un producto de la Guerra Fría" que no debería "afectar a la soberanía territorial de China y sus derechos legítimos".
"Exhortamos a la parte estadounidense a adoptar una actitud responsable, a cesar sus declaraciones erróneas sobre la soberanía de las Diaoyu y a evitar complicar aun más este asunto desestabilizando la situación regional", ha enfatizado el portavoz de la citada cartera, Lu Kang, según la agencia de noticias china Xinhua.
Kang, además, ha insistido en que las Diaoyu "forman parte inherente del territorio chino desde tiempos antiguos".
En una conferencia conjunta con su homólogo japonés, Mattis declaró: "Estados Unidos seguirá reconociendo la administración japonesa de esas islas, y que por tanto se aplica el artículo 5 del Tratado de Seguridad entre Japón y Estados Unidos", que, de hecho, compromete a Tokio y Washington a responder a cualquier ataque contra territorio japonés o bajo administración japonesa.
Mattis llegó a Japón el viernes desde Corea del Sur en el marco de una gira regional (es el primer viaje al extranjero que realiza un alto funcionario de la Administración de Trump) con el objetivo de tranquilizar a los aliados de Washington de Asia Oriental, después de que Trump, durante su campaña electoral, acusara a Tokio y a Seúl de no pagar su parte justa por las tropas estadounidenses estacionadas en su territorio, suscitando temor en estos dos países por el futuro de sus alianzas con Washington.
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