La privación de derechos, incluso de ciudadanía, a los rohingyas, pareciera ser parte de “un plan cínico para expulsar por la fuerza a grandes contingentes sin posibilidad de regresar” a sus tierras, ha afirmado el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos (ACNUR), Zeid Raad al-Husein, en un comunicado.
Asimismo, ha destacado que los ataques sistemáticos e incendios de aldeas constituyen “la definición misma de la limpieza étnica”.
En la nota, ACNUR sostiene que los ataques de fuerzas de seguridad y extremistas budistas contra los rohingyas en el estado de Rajine (noreste) fueron “coordinados y sistemáticos” con la intención no solo de expulsarlos de Myanmar sino también impedir su regreso.
El informe se basa en 65 entrevistas llevadas a cabo a mediados de septiembre con rohingyas, individualmente o en grupo, cuando más de medio millón de personas de ese grupo étnico huían de la represión a Bangladés.
Investigadores de la ONU señalan que las medidas contra la minoría musulmana rohingya se iniciaron casi un mes antes del 25 de agosto, cuando el Ejército birmano lanzó una campaña militar contra esta etnia musulmana en la zona de Rajine.
La ONU ha tachado de limpieza étnica y de crímenes de lesa humanidad los ataques de militares birmanos a la comunidad rohingya, mientras la Unión Europea (UE) y EE.UU. sopesan sanciones contra los líderes militares de Myanmar.
Myanmar, dominado por los budistas, tiene a sus espaldas un largo historial de discriminación y persecución contra los musulmanes. El Gobierno birmano los considera como inmigrantes indocumentados de Bangladés, mientras la comunidad internacional y grupos pro derechos humanos rechazan tales argumentos, asegurando que esa minoría musulmana tiene raíces históricas en el territorio birmano.
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