“¿Por qué funcionarios estadounidenses deberían utilizar sus medios (…) para advertir al Gobierno alemán de funcionarios que hablan con la prensa, en el ejercicio normal de una prensa libre?”, se interroga el periodista Jake Tapper.
¿Por qué funcionarios estadounidenses deberían utilizar sus medios (…) para advertir al Gobierno alemán de funcionarios que hablan con la prensa, en el ejercicio normal de una prensa libre?, se pregunta el periodista estadounidense Jake Tapper.
A principios del verano (boreal) de 2011, el jefe de la misión de la CIA —la Agencia Central de Inteligencia estadounidense— se reunió con el coordinador de Inteligencia de Berlín, Günter Heiss, para que influyera en su asistente Hans-Josef Vorbeck, quien estaba filtrando información clasificada a periodistas del semanario Der Spiegel.
Heiss discutió el asunto poco más tarde, ese mismo año, con responsables estadounidenses en Washington, a raíz de lo cual Vorbeck fue relegado, relata la cadena estadounidense.

Ned Price, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, declinó comentar estos datos, y se limitó a afirmar que “Estados Unidos no espía a personas ordinarias que no amenacen nuestra seguridad nacional”, llegando a declarar incluso que Washingon toma en cuenta las preocupaciones corrientes sobre privacidad.
“Resulta desagradable enterarse de que la Inteligencia estadounidense espió a reporteros de otro país y denunció las supuestas fuentes al Gobierno”, ha declarado a CNN bajo condición de anonimato un periodista alemán. Él pensaba que esas cosas sólo ocurrían en “Estados autoritarios”.
El incidente revela además la conciencia, consentimiento y colaboración de la Inteligencia alemana con el espionaje de la NSA en el país europeo, dos años antes de que, en 2013, el exempleado de la Inteligencia de Washington Edward Snowden hiciera sus revelaciones sobre estas actividades.
Este caso pone totalmente en tela de juicio la idea del control independiente del Gobierno por el pueblo", observa el periodista alemán.
“Este caso pone totalmente en tela de juicio la idea del control independiente del Gobierno por el pueblo”, observa el periodista alemán.
El jueves, Heiss declaró ante una comisión de investigación del Parlamento Federal alemán, centrada en las actividades de espionaje al país por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en inglés) estadounidense y sobre el papel desempeñado en esa tarea por la propia Inteligencia alemana.

Un día antes, la red de filtraciones Wikileaks había revelado que la NSA no sólo espió a Merkel, sino también a varios ministros del Gobierno alemán, lo que causó ayer la convocatoria del embajador estadounidense en Berlín, John Emerson.
En mayo, el exjefe del Servicio de Inteligencia Extranjera Alemán (BND, por sus siglas en alemán), Gerhard Schindler, reconoció la dependencia de sus servicios respecto a la Inteligencia de Washington, incluso en cuestiones interiores alemanas.
El exdirector del servicio antiterrorista austríaco Gert-René Polli declaró en junio que “Alemania fue un país ocupado, y en relación con las actividades de los servicios de Inteligencia aliados en suelo alemán, sigue siéndolo”.
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