Ahmed Ali, padre de una familia. Hace años vivía feliz en su ciudad de Taez. Pero, la guerra en Yemen, lo convirtió a él y a su familia en desplazados. Ahora, vive lejos de la casa en el campamento de Malika, junto con otras 100 familias. Su mayor preocupación es alimentar a sus hijos. Hay días, dice Ali, que no comen durante dos días enteros y cuando encuentra algo para comer, lo guarda para sus hijos.
La pandemia ha hecho que Ali y otras familias sufran más para encontrar algo que comer. Los precios están subiendo, en un país que ya sufre la peor crisis humanitaria del mundo.
Ali no es el único que sufre de seguridad alimentaria. Según una investigación del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés), una de cada cuatro familias vulnerables en Yemen, ha perdido todos sus ingresos desde que el virus azotó el país. El organismo afirma que la situación se va a empeorar, porque muchos países han cortados sus ayudas por el coronavirus.
Un análisis realizado por varias agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), incluido el Programa Mundial de Alimentos (PMA), estima que la inseguridad alimentaria aguda aumentará del 25 % en las áreas estudiadas al 40 %, para fines de 2020.
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