A la entrada del campamento de Yarmuk, al sur de la capital, Damasco, la gente se reunió para conmemorar la Nakba. A pesar de la destrucción, afirman que su identidad permanece inquebrantable y que su compromiso con el retorno es más fuerte que nunca.
Los palestinos expresaron su frustración por el cambio de tono político en la región, acusando a algunos estados de abandonar la causa palestina. Aun así, afirman que sus hijos están siendo criados con la firme convicción de que el derecho al retorno no es negociable.
Las madres de los mártires estuvieron presentes también. Para ellas, la Nakba no es solo historia, sino una realidad vivida, y la lucha debe continuar con fuerza, unidad y sacrificio.
Desde las puertas de Yarmuk hasta la resistencia en Gaza, los palestinos en Siria afirman que la Nakba sigue siendo una herida abierta, pero también lo es su compromiso de regresar y reconstruir su patria, generación tras generación.
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