“Estados Unidos continúa alimentando sentimientos separatistas entre los kurdos en la orilla oriental del río Éufrates en Siria que violan las demandas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) para respetar la soberanía y la integridad territorial de la República Árabe Siria”, dijo el lunes el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en una reunión con su homólogo iraní, Mohamad Yavad Zarif.
El jefe de la Diplomacia rusa lamentó que los estadounidenses en un intento por ampliar su control sobre los campos petrolíferos de Idlib, en el noroeste de Siria, no estén dispuestos a renunciar a su apoyo a las milicias kurdo-sirias pese a las reiteradas demandas turcas.
A principios de octubre, el presidente de EE.UU., Donald Trump, ordenó la retirada de sus tropas del norte de Siria, una decisión que se interpretó como la luz verde de Washington para que Turquía arrancara el 9 de octubre una ofensiva contra las milicias kurdas, que hasta hace poco contaban con el apoyo del país norteamericano.
Poco después, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, informó del comienzo de la retirada de 1000 tropas estadounidenses del norte de Siria. No obstante, Washington dio a conocer más tarde su decisión de mantener un número de tropas en el este de Siria cerca de los yacimientos petroleros supuestamente para protegerlos de los terroristas del EIIL (Daesh, en árabe).
Sin embargo, el Ministerio ruso de Defensa ha revelado, mediante imágenes satelitales, la implicación de EE.UU. en el contrabando del petróleo de Siria.
Ese punto lo denuncia también el Gobierno sirio, presidido por Bashar al-Asad, que ha cuestionado el argumento ofrecido por EE.UU. para prolongar su presencia en el país árabe. Damasco tampoco ha parado de denunciar que las fuerzas norteamericanas solo buscan saquear los recursos naturales del país árabe en lugar de luchar, supuestamente, contra los elementos extremistas.
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