Gaza ha dejado de ser un lugar habitable. Quienes permanecen en el enclave enfrentan una condena de muerte, y lo único que queda tras ellos son sus pertenencias. Mohammad Nassar, un niño de seis años, es la más reciente víctima de la masacre sionista. En el amanecer de este viernes, perdió a toda su familia. Su abuela, Abu Anas Nassar, sostiene que lo que sucede supera el marco de una guerra entre dos bandos.
Mientras los bombardeos israelíes continúan golpeando el enclave palestino, el ejército sionista declara a Gaza como una zona de combate peligrosa. Sin embargo, pese a la amenaza de una ofensiva mayor, no se emite ninguna orden de evacuación inmediata. Esta nueva realidad despierta una profunda indignación entre los gazatíes
Por su parte, la UNRWA advierte que una operación intensificada de Israel en la franja podría provocar el desplazamiento de hasta un millón de personas.
En medio de este contexto devastador, el Reino Unido también alza la voz para condenar las agresiones contra Gaza. Como parte de su respuesta, decide prohibir la participación de funcionarios israelíes en su principal feria de defensa, prevista para septiembre. Esta decisión, poco común en la política del gobierno de Keir Starmer, busca ejercer presión sobre el régimen de Tel Aviv. Londres anuncia que, en julio, reconocerá un Estado palestino si Israel no adopta medidas concretas para aliviar el sufrimiento de millones de palestinos, como el que enfrenta la familia Nassar, cuya tragedia parece no tener un final cercano.
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