La hambruna golpea cada vez con más fuerza a la población palestina, especialmente a los niños, lo que ha llevado a Unicef a calificar a la Franja de Gaza como un “cementerio para menores”.
Según el organismo, un promedio de 28 niños palestinos muere cada día en Gaza, víctimas del hambre y de la privación de sus derechos más fundamentales: alimentación, agua potable, refugio, seguridad y educación.
Para la Unicef, el bloqueo israelí a la ayuda humanitaria, vigente desde hace varios meses, podría desencadenar un aumento en la muerte de civiles, agravando aún más la crisis humanitaria en la zona.
Las reacciones ante la crisis no cesan. El primer ministro de Palestina, en una conferencia de prensa, hace un llamado urgente a la comunidad internacional para que adopte medidas que pongan fin tanto a la ofensiva militar israelí como a lo que califica como una estrategia deliberada de hambre contra la población civil.
El alto funcionario palestino alerta que la comunidad internacional se convierte en cómplice de los crímenes sionistas debido a su silencio y falta de acción frente a la ofensiva israelí. En medio de este panorama, según el político palestino, las escenas de muerte por hambruna no solo reflejan una realidad desgarradora, sino una tragedia humanitaria de consecuencias devastadoras; una situación que jamás debió permitirse ni tolerarse.
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