Con los platos en las manos, Mahmud Al-Haw, un palestino desplazado, espera por un poco de comida para sus siete hijos, en un escenario donde conseguir alimento se ha vuelto tan peligroso como una bomba. Él es uno de los dos millones de palestinos que enfrentan una catástrofe humanitaria debido al bloqueo israelí.
La desastrosa condición de vida ha hecho reaccionar a las Naciones Unidas, que califica como desesperante el límite en el número de camiones de ayuda que pueden ingresar al enclave.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) también reacciona ante la crisis, poniendo su énfasis en la hambruna que afecta a los niños, a quienes considera la parte más vulnerable de la brutalidad sionista.
Según la ONU, hasta 14 000 bebés en Gaza podrían morir en las próximas 48 horas si la ayuda humanitaria no llega rápidamente. Los trabajadores humanitarios afirman que ninguna área de Gaza garantiza la seguridad alimentaria. Para ellos, si esta crisis no se atiende de inmediato, las consecuencias humanas podrían ser aún más devastadoras que los ataques de la guerra, tanto para la pequeña familia de Al-Haw como para cada familia palestina.
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