Publicada: martes, 20 de febrero de 2024 21:33

Pedro Sánchez, al igual que la mayoría de líderes occidentales muestran en redes sociales su consternación por la muerte del líder opositor ruso, Alexei Navalny en prisión a la edad de 47 años, a quien el presidente español define como un defensor de los derechos humanos y la democracia y oros líderes occidentales lo llegan a calificar como el Ghandi o Mandela contemporáneo.

¿Quién fue Navanly?

Muy lejos de esa imagen romántica de ultra-democrático líder pro-occidental, el millonario Alexey Navalny en realidad escondía un carácter autoritario y muy radicalizado que los líderes occidentales más rusófobos pretendían tergiversar para mostrar una alternativa liberal europeísta contra la Rusia de Putin.

Alexei Navalny no ha escondido en sus décadas de carrera política su carácter racista y ultranacionalista que le llevó a militar en el grupo ultraderechista, Marcha Rusa llegando a ser expulsado del Partido Político Yabloko por sus tendencias extremistas y abiertamente radicales.

Navalny aseveraba “que había que expulsar a las hordas de inmigrantes legales e ilegales que se arrastran hasta nuestros vecindarios como bestias” refiriéndose a las minorías rusas del Cáucaso y de Asia Central

Más adelante y ya centrado en su carrera como candidato político, Navalny edulcoró su imagen de líder neo-nazi mostrando ademanes liberales a pesar de nunca haber abandonado sus posicionamientos extremistas en sus círculos más íntimos.

En 2016, Alexei Navalny, condenó enérgicamente la prohibición de la organización fascista “Marcha Rusa” por parte de las autoridades rusas y en 2017 al ser entrevistado por el periódico británico “The Guardian” en relación a si renegaba de sus anteriores posicionamientos xenófobos, Navalny prefirió según el diario británico, abstenerse de comentar, aunque posteriormente y también siendo entrevistado por otro medio europeo, “Die Spiegel” manifestó no contradecirse al seguir manteniendo sus posturas racistas hacia la inmigración del  Cáucaso y Asia Central a los que negaría la entrada a territorio ruso. A los georgianos le gustaba llamarlos ‘grizuny’ o ratas, esto incluso cuando ya había moderado su lenguaje para sonar creíblemente liberal y pro-europeo.

En 2021, Amnistía Internacional le retiró la condición de “preso de conciencia” debido a sus comentarios de odio, xenófobos y violentos, que realizó en el pasado.

En 2007, Navalny publicó un video comparando a los musulmanes de la región del Cáucaso Norte de Rusia con “cucarachas” a las que se debería disparar con una pistola.

Otro video también publicado en su web, muestra a Navalny con uniforme de dentista, en el que comparaba a trabajadores migrantes con dientes podridos que necesitan ser extirpados. Amnistía Internacional le retiró la condición de Preso de Conciencia no sólo por mantener un discurso violento y de odio en la primera década del 2000, pero por nunca haberse retractado de ese discurso filo-fascista que ha mantenido hasta su muerte.

Occidente pretende abrir con sus acusaciones un frente contra Vladímir Putin en los momentos de mayor popularidad del presidente ruso y a las puertas de las próximas elecciones presidenciales.

Los líderes europeos se apresuran a acusar directamente a Putin del presunto asesinato de Navalny sin siquiera esperar a los resultados de la autopsia ensalzando la figura de quien transitó la conveniente metamorfósis cual crisálida, de despreciable racista de extrema derecha, a liberal prooccidental y luchador por la libertad.

Pero este Navalny, el disidente fue encarcelado por corrupción y sus posturas extremistas habiendo llegado a negociar con la Inteligencia británica (MI6) la concesión de entre 10 y 20 millones de dólares anuales, para el inicio de una revolución de colores en Rusia con el propósito de derrocar a Putin e instalar un régimen calcado al Maidán ucraniano de quien Navalny era abiertamente partidario.

Occidente llora la muerte de Navanly

Occidente conmocionado, llora la muerte de un violento extremista, corrupto y defraudador mientras ignora la situación de un verdadero preso de conciencia australiano, Julian Assange, que se pudre ilegalmente en una mazmorra británica a la espera de la extradición a EE.UU. por denunciar los crímenes de guerra norteamericanos y británicos en guerras igualmente ilegales en Oriente Medio que han costado la vida a millones de civiles inocentes.

Un caso similar, pero que no llama la atención de Pedro Sánchez, es la de otro preso de conciencia, el periodista español Pedro González, encarcelado en Polonia, incomunicado y sin haber sido juzgado hace ya dos años, acusado de manera absurda de espionaje y a quien el régimen polaco ha comunicado una nueva prórroga de su irregular e ilegal prisión preventiva.

El posicionamiento del presidente español frente a este despropósito es simplemente indecente por no decir, una afrenta bochornosa, Sánchez señaló que es "evidente que esto es un asunto que está en manos de los tribunales polacos", señalando “haber agradecido la colaboración del Gobierno polaco a este respecto".

Otro caso de ignominia y absoluto menosprecio por los derechos humanos de verdaderos presos de conciencia es el reciente asesinato del periodista chileno/estadounidense, Gonzalo Lira, encarcelado y torturado hasta la muerte en una prisión ucraniana por ser crítico con el régimen de Kiev.

La doble vara de medir según convenga a la geopolítica contemporánea que ignora a los verdaderos presos de conciencia y ensalza a los valores “humanistas” de un filonazi al servicio de los intereses la OTAN y de sus sumisos líderes europeos.

Alberto García Watson