La organización defensora de los derechos humanos ha lamentado que Al-Ekri cumpla una condena de cinco años, en circunstancias inhumanas, por ejercer pacíficamente su derecho a la "libertad de expresión y de reunión".
AI ha considerado a Al-Ekri como un “preso de conciencia” y ha alegado que la verdadera razón de su arresto es su protesta, ante los medios de comunicación, contra el uso excesivo de la fuerza por parte de los soldados bareiníes al reprimir las manifestaciones “pacíficas” celebradas desde febrero hasta marzo de 2011.
Al-Ekri, ha recordado AI, denunció, tras su detención, que había sido sometido a tortura, y obligado a confesar que poseía armas y a reconocer que lideraba un grupo armado.
En esta línea, AI ha pedido a las autoridades del régimen de Al Jalifa que abran una investigación sobre las denuncias de Al-Ekri, detenido en marzo de 2011.
La organización defensora de los derechos humanos ha criticado a Manama no solo por abstenerse de liberar a presos de conciencia, sino también por encarcelar a numerosas personas solamente “por atreverse a expresar sus puntos de vista, ya sea a través de Twitter o en marchas pacíficas”.
El régimen de Al Jalifa ha encarcelado sin juicio a centenares de activistas por criticar la situación de los derechos humanos en su país, entre ellos, al Sheij Ali Salman (líder del principal partido opositor Al-Wefaq) y al Sheij Meisam Salman, director de la sección de libertades religiosas del mismo partido.
Tras la detención de Ali Salman, las calles del país ribereño al Golfo Pérsico atestiguaron casi a diario marchas multitudinarias que urgían a la liberación del líder chií.
Cerca de 4000 presos políticos están encarcelados en Baréin sin un juicio justo, tal y como anunció el pasado septiembre el presidente del Centro de Baréin por los Derechos Humanos (BCHR, por sus siglas en inglés), Nabil Rayab.
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