Las medidas de control social y militarización de ciudades agudizan este escenario. Washington D.C. es una ciudad cuyos habitantes son predominantemente afrodescendientes. Sin embargo, estos no pueden salir a la calle sin pensarlo dos veces. El temor de ser víctimas de las balas y brutalidad de la policía metropolitana siempre está allí, esperando como una cita con la muerte.
En unas semanas más concluye el 2025. Hasta el momento, desde enero a diciembre, a nivel nacional, la policía asesinó a más de 1175 personas; estadísticamente, la policía “no asesinó a nadie” solo 5 días en el 2025. El resto de los días fueron masacre y masacre. Las víctimas, casi siempre, afrodescendientes o hispanos.
Washington D.C. se ha convertido en una ciudad ocupada, militarizada. En donde la sola presencia de personas de color, de minorías étnicas o migrantes significa automáticamente la posibilidad de interacciones violentas con las así llamadas “Fuerzas del orden”, que se han convertido, en realidad, en el brazo racista del Trumpismo que ejecuta el terrorismo de estado.
En ese mismo orden, la policía metropolitana de Washington -Durante la supuesta emergencia que Trump declaró en septiembre- colaboró con las agencias migratorias que secuestran y brutalizan ciudadanos inocentes de las calles. Pero a la vez, el mismo Departamento de Policía se investiga a sí mismo por asesinatos, torturas y violaciones en custodia, tiroteos en contra de conductores y transeúntes, entre otros.
Marcelo Ali Sánchez, Washington.
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