“Poner en circulación un teléfono inteligente cuya seguridad ha sido comprometida podría crear riesgos de privacidad y seguridad para cualquiera que finalmente use ese dispositivo”, ha denunciado la investigadora de seguridad nacional y vigilancia estadounidense de la organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW), Sara St.Vincent, en un comunicado.
La denuncia se ha difundido después de que HRW haya recibido informes sobre casos en que agentes estadounidenses se hicieron pasar por vendedores para proveer a los supuestos criminales dispositivos con los que podían ser controlados.
El primer método de control: los teléfonos Blackberry, cuyas claves de encriptación individuales estaban a disposición de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA, en sus siglas en inglés), de tal manera que los agentes podían vigilar los dispositivos cuando creyeran conveniente.
Poner en circulación un teléfono inteligente cuya seguridad ha sido comprometida podría crear riesgos de privacidad y seguridad para cualquiera que finalmente use ese dispositivo”, denuncia la investigadora de seguridad nacional y vigilancia estadounidense de la organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW), Sara St.Vincent, en un comunicado.
El otro método era instalar un software específico que permitía el asalto ilegal de los celulares, una vez se encontraban en manos de los presuntos delincuentes.
St.Vicent también ha condenado la circulación de teléfonos inteligentes, cuya seguridad haya sido comprometida, pues ha dicho, podrían crear riesgos de privacidad y seguridad para todo aquel que los use. Además, ha destacado que todo tipo de vigilancia que viole la privacidad de un individuo debe estar autorizada “clara y públicamente” por un juez.
El espionaje masivo del Gobierno estadounidense no solo afecta a los ciudadanos de este país, sino a países aliados, como Alemania, Francia, Japón y Brasil.
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