A la misma velocidad con que se propaga, el coronavirus está deteriorando las constantes relaciones difíciles entre Estados Unidos y China. La Administración de Donald Trump insiste en que la COVID-19 se ha originado en un laboratorio en el país asiático.
En la más reciente ocasión, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, reiteró esa postura. Pekín volvió a responder este lunes. Denunció que se trata de mentiras repetidas que nunca podrán cambiar la verdad.
Tanto los servicios de inteligencia estadounidenses como la Organización Mundial de la Salud (OMS) ratifican que el coronavirus es de origen natural y rechazan las especulaciones sobre el origen sintético del mismo.
Según expertos políticos que se oponen a la política agresiva de la Casa Blanca hacia China, Trump busca eludir su responsabilidad de sus escazas medidas de prevención y el control de la epidemia, así como desviar la atención pública. Además, destacan los objetivos electorales que están detrás de los comentarios hostiles del republicano.
Estados Unidos es el país más afectado por la contingencia sanitaria. La cifra de los muertos que ha dejado la pandemia ya ha superado 80 mil. Pese a todo, Trump sigue abogando por reabrir la economía, aunque reconoce que la medida podría provocar una segunda ola de contagios.
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