Los palestinos siguen rezando en las calles adyacentes de la mezquita, mientras que el régimen de Tel Aviv, haciendo caso omiso a las advertencias internacionales, se niega a eliminar las restricciones.
Los palestinos siguen resistiendo a las nuevas medidas de seguridad israelíes en el casco antiguo de Al-Quds (Jerusalén), y vuelven a rezar a la entrada de la Mezquita Al-Aqsa.
Desde el pasado domingo, los palestinos se niegan a cruzar los detectores de metal instalados por el régimen israelí a la entrada del complejo y hacen sus oraciones en las rutas que comunican con la mezquita. Las fuerzas israelíes responden con mano dura a las protestas. Tras el rezo colectivo de este viernes, tres palestinos murieron y cientos resultaron heridos en enfrentamientos con los soldados.
Además, murieron tres israelíes al ser apuñalados en un asentamiento en Ramalá. En respuesta, el régimen israelí demolió la casa del autor del ataque.
A pesar del aumento de las tensiones, Israel no da síntomas de querer retirar los detectores y ha desplegado más tropas en Cisjordania. La cuestión del recinto sagrado de Al-Aqsa y el control israelí de este lugar constituye una línea roja para los palestinos y, como reafirmaron recientemente sus líderes religiosos, podría provocar una escalada de tensión.
Los fieles musulmanes exigen el levantamiento de las restricciones y la retirada de los detectores de metal. Dicen que estas medidas son parte de los esfuerzos del régimen israelí para aumentar su control sobre el lugar sagrado.
Con la instalación de detectores de metal, muchos opinan que el régimen de Israel está cambiando más el statu quo del recinto. Como potencia ocupante, Israel tiene prohibido hacer eso, de acuerdo con el derecho internacional.
La cuestión de la Explanada de las Mezquitas es un catalizador importante y simbólico de la injusticia y represión rutinaria que sufren los palestinos en Al-Quds y ha causado un estallido continuo de ira y protestas populares.
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