“¡Renuncien, renuncien!”, coreaba el domingo la multitud, reunida en la Plaza Wenceslao de Praga, en la segunda protesta, bajo el lema “Contra La Pobreza”, después de la concentración celebrada el 11 de marzo, organizada también por el nuevo partido político conocido como PRO.
Los manifestantes acusaron al Ejecutivo y a la Unión Europea (UE) por el aumento sin precedentes de los precios de la energía, una profunda crisis que derivó de las sanciones impuestas por Occidente a Rusia como resultado de la operación militar rusa en Ucrania.
“Queremos la renuncia del Gobierno”, declaró el líder del grupo populista PRO, Jindrich Rajchl, a la multitud y agregó que los manifestantes están aquí “para defender” a su país.
La alta inflación, que afectó a la capacidad de subsistencia de los ciudadanos checos, alcanzó 16,7 % en febrero y 17,5 % en enero, aunque disminuyó levemente a 15 % en marzo.
PRO, que ha exigido al Gobierno contribuir a la paz en el conflicto entre Rusia y Ucrania, ha amenazado con continuar las protestas. Rajchl consideró a la ministra de Defensa checa, Jana Cernochova, partidaria de apoyar a Ucrania como “la mayor amenaza contra la seguridad nacional”.
Entre la multitud, hubo personas que firmaban una petición para que la República Checa se salga de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), club militar que muchos ciudadanos europeos lo culpan por el inicio del conflicto en Ucrania.
Renata Urbanova, una manifestante que portaba una bandera checa, quien llegó a la Plaza Wenceslao desde la ciudad sureña de Pisek, denunció que el Gobierno estaba “lleno de belicistas”, y añadió: “Otra cosa es que nos están haciendo sufrir económicamente, la energía es demasiado cara y también lo es la comida”.
La República Checa ha apoyado férreamente a Kiev desde el inicio del conflicto en febrero de 2022. El país ha enviado armas a las fuerzas ucranianas y ha aceptado unos 500 000 desplazados ucranianos.
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