• El secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, ofrece una rueda de prensa, 19 de diciembre de 2017.
Publicada: jueves, 28 de diciembre de 2017 10:31

El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, en un artículo publicado el miércoles, reconoce la pobre relación entre Washington y Moscú y afirma que su país ‘no se hace ilusiones’ en sus relaciones con el resurgente ‘régimen’ ruso.

“En cuanto a Rusia, no nos hacemos ilusiones sobre el régimen con el que tratamos”, ha escrito el jefe de la Diplomacia estadounidense en un artículo divulgado en la edición del miércoles del diario The New York Times.

En un texto titulado ‘Estoy orgulloso de nuestra diplomacia’, Tillerson aborda puntos clave de la política exterior que siguió la Administración estadounidense durante el 2017 e indica que actualmente Washington “tiene una relación pobre con una Rusia resurgente”.

Para justificar su argumento, sostiene que Rusia “en la última década invadió a sus vecinos, Georgia y Ucrania, y socavó la soberanía de los países occidentales interfiriendo”, como en las elecciones en EE.UU., en España y en otros países; sin embargo, estas acusaciones hasta el momento no se han probado.

En cuanto a la preocupación de EE.UU. sobre la crisis en Ucrania, Tillerson resalta que será imposible tratar los asuntos con Moscú de modo normal sin que Rusia cumpla los Acuerdos de Minsk y sin la resolución pacífica del conflicto en ese país de Europa del Este.

En cuanto a Rusia, no nos hacemos ilusiones sobre el régimen con el que tratamos”, escribe el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson.

 

Con respecto al caso sirio, indica que a pesar de la oposición de la Administración de Trump, el secretario de Estado norteamericano reconoció la necesidad de trabajar con Rusia en los temas donde “se cruzan los intereses comunes”.

A este respecto, Tillerson reitera la insistencia de Washington en “liberar Siria de Bashar al-Asad y su familia” y enfatiza que “esperamos que Rusia lo cumpla” y respeta los diálogos de paz de Ginebra, auspiciados por las Naciones Unidas.  

Las relaciones entre Moscú y Occidente, principalmente con EE.UU., sufrieron un profundo deterioro tras la anexión de Crimea a Rusia en marzo de 2014 en virtud de un referendo que culminó con un aplastante sí, y por el conflicto armado interno en el este de Ucrania que estalló aquel mismo año.

A partir de esa fecha, las tensiones aumentaron entre las partes y por diferentes causas, incluidas las sanciones impuestas contra Rusia por EE.UU. y Europa, la expansión militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y las acusaciones antirrusas de constituir una gran amenaza.

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