Al grito de nuevas elecciones se unen miles de brasileños en las calles de la ciudad brasileña de Río de Janeiro. Una movilización en forma de concierto, con la presencia de numerosos artistas y personalidades de izquierda, desbordó las calles frente a la playa de Copacabana.
El espectáculo comenzó al mediodía. Los indignados pedían que se acabe el mandato del presidente brasileño, Michel Temer, envuelto en un grave escándalo de corrupción.
Según la Constitución, si Temer renuncia o es destituido, el Congreso deberá realizar una elección indirecta. Tendrá que elegir a la persona que complete el período iniciado por Dilma Rousseff en 2015, y que concluye a finales de 2018. Pero los manifestantes optan por unas elecciones directas, ya que la desconfianza ha llegado a las más altas esferas políticas.
Pero el objetivo de la protesta, convocada por movimientos sociales y sindicados, no termina aquí. Insisten en que la lucha debe continuar hasta que se ponga fin a las reformas de austeridad que han dominado la agenda política de Brasil el último año.
Pese a todas las acusaciones y presiones, Temer se niega a renunciar. Pero, apenas un año después de haber sucedido a Rousseff, su cargo cuelga de un hilo. La causa, una grabación en la que parece dar su aval para comprar el silencio del expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha en el caso de corrupción de Petrobras.
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