Unas 800 personas se movilizaron en las calles del distrito de Kadikoy, en la parte asiática de la ciudad de Estambul (noroeste) para denunciar el atentado del lunes que lo consideran como una consecuencia de las políticas del Gobierno de Ankara hacia los grupos terroristas que operan en Siria, como el EIIL (Daesh, en árabe).
Por su parte, la policía turca, utilizó, como suele hacerlo, gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los indignados.
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