• El líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei
Publicada: viernes, 27 de febrero de 2015 7:31
Actualizada: viernes, 27 de febrero de 2015 10:02

El Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, atribuyó los avances del país persa a la cultura de sacrificio y martirio en el camino de Dios inspirada en los mártires de este país.

Tras rechazar la cultura individualista del Occidente donde cada uno piensa en su propio beneficio, el ayatolá Jamenei ha resaltado el sacrificio como un factor importante en la cultura del Irán islámico ya que garantiza el futuro de todos los miembros de esta comunidad humana.  

En un mensaje presentado durante un seminario sobre los mártires iraníes, celebrado el jueves en la ciudad capitalina de Irán, Teherán, el ayatolá Jamenei consideró la participación activa de las elites en la defensa sagrada (guerra impuesta por el régimen de exdictador iraquí, Sadam Husien a Irán desde 1980 hasta 1988) como símbolo de esta dedicación y sacrificio.

“Es necesario seguir conmemorando a los mártires para que no caigan en el olvido. Honrarlos es seguir el camino de lucha y de martirio al servicio de Dios, pues en una sociedad donde dar la vida se convierte en un principio, la derrota no tiene sentido alguno y el pueblo puede avanzar en la senda del progreso sin miedo ni desesperación”, recalcó.

A continuación, señaló al pueblo persa como un vivo paradigma de la negación de la teoría, según la cual, el mundo está dividido en dos grupos: explotadores y explotados, y ha considerado a la Revolución Islámica como una alternativa y una nueva identidad que ha levantado y encarado a la arrogancia mundial valiéndose de altos principios divinos y éticos.

Tras rechazar la cultura individualista del Occidente donde cada uno piensa en su propio beneficio, el ayatolá Jamenei ha resaltado el sacrificio como un factor importante en la cultura del Irán islámico ya que garantiza el futuro de todos los miembros de esta comunidad humana.  

A modo de ejemplo, ha mencionado el interés que tenían todos los grupos, entre ellos estudiantes de diversos niveles académicos para unirse a las filas de la defensa sagrada.

“En ese entonces, algunos nos criticaban,  objetando que la partida de estos hacia el frente de guerra dejaba vacías las universidades y frenaba el movimiento científico del país, sin embargo, vimos que surgieron elites a nivel internacional del seno de esta sociedad para remplazar a los mártires y seguir el incesante movimiento de la Revolución Islámica hacia las cimas de éxito y frustrar a los enemigos”, ha concluido.

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