Enfurecidos por los escándalos de corrupción en las filas del Gobierno, los manifestantes recorrieron, como lo han hecho durante los últimos dos meses, varias calles de la capital hasta llegar a la Plaza de la Constitución. Allí se congregaron para exigir a gritos que se castigue a los políticos en los próximos comicios.
Las manifestaciones son un modo de expresar las frustraciones acumuladas en la población urbana... que por fin ha encontrado una manera de expresarse públicamente en forma masiva”, dijo Eduardo Stein, vicepresidente y exministro de Asuntos Exteriores de Guatemala.
No hay convocatorios oficiales por parte de los partidos ni políticos que hagan discursos en las marchas. Son personas de todos los estratos sociales, en particular la clase media, que alzan los puños en el aire, cantan el himno nacional e izan banderas nacionales; signos que muestran la crítica del pueblo a la élite política.

Pérez Molina no se ha implicado personalmente en las acusaciones e insiste en que tiene la intención de cumplir el resto de su mandato, que termina a principios de 2016. Sin embargo, los guatemaltecos le echan la culpa de todos modos, pues en el centro de los casos de corrupción están funcionarios de su Gabinete.
Para calmar la ira ciudadana, Pérez Molina ha aceptado la renuncia de varios altos cargos, entre ellos Gustavo Martínez Luna, su yerno y conocido como su brazo derecho , despidió a otros, además de dar permiso para una revisión de los contratos gubernamentales.
Sin embargo, estas medidas no han aliviado la indignación del pueblo que pone cada vez mayor énfasis en la necesidad de que el Ejecutivo haga reformas profundas, antes de las elecciones de septiembre para elegir un nuevo presidente, en un sistema gubernamental donde la corrupción es vista como la norma.
“Las manifestaciones son un modo de expresar las frustraciones acumuladas en la población urbana... que por fin ha encontrado una manera de expresarse públicamente en forma masiva”, dijo Eduardo Stein, vicepresidente y exministro de Asuntos Exteriores de Guatemala, durante su participación en la marcha. “Había gente de muchos sectores de la sociedad hartos de la corrupción”, añadió.
El presidente, un general retirado de 64 años de edad, asumió el poder en 2012 prometiendo usar "mano dura" contra el crimen, pero una reciente encuesta realizada por el diario Prensa Libre situó su tasa de aprobación en tan solo 38 %.
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