El comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, Qasem Soleimani, y el subcomandante de las fuerzas populares iraquíes Unidades de Movilización Popular (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe), Abu Mahdi al-Mohandes, desempeñaron un papel relevante en los duros combates en Irak y Siria contra los grupos terroristas, especialmente el EIIL (Daesh, en árabe).
Es, justamente, ese rol antiterrorista que, según unos analistas, llevó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a ordenar el ataque que acabó el viernes con la vida de ambos combatientes en Bagdad, capital iraquí. Otros expertos atribuyen el criminal ataque a un intento del inquilino de la Casa Blanca por salvarse del impeachment (juicio político) que enfrenta y así posibilitar su reelección.
El nuevo aventurismo de Trump ha dejado consternado al mundo y desatado rotundas condenas tanto dentro de Irán como a nivel regional e internacional. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha catalogado de “selectivo e ilegal” el asesinato del general Soleimani y asegura que se trata de una “violación del derecho internacional”.
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