Desde las calles de Saná, en Yemen, hasta el corazón del Reino Unido, Londres, miles de personas salen a las calles, este 1 de agosto, con un mismo propósito: condenar el asedio prolongado y la creciente crisis humanitaria en Gaza. En la capital yemení, las protestas congregan a miles de ciudadanos que denuncian lo que consideran una campaña sistemática de hambre.
Ese mismo día, miles de kilómetros al norte, ciudadanos británicos también se movilizan. En diversas ciudades, y particularmente en la capital, se realizan concentraciones convocadas por la Campaña de Solidaridad con Palestina.
Frente al Ayuntamiento de Hackney, en el este de Londres, el sonido metálico de las cacerolas se fusionaba con cánticos que exigían el fin del sufrimiento en Gaza. Los manifestantes critican la política de los países occidentales, especialmente su negativa a reconocer a Palestina como un Estado soberano.
Las críticas se dirigen también al gobierno británico. Muchos acusan a Downing Street, de mantener una postura ambigua y de aplicar un doble estándar frente a la guerra en Gaza.
La indignación que recorre las calles de todo el mundo refleja una preocupación global que sigue creciendo. Mientras los líderes mundiales se limitan a pronunciar los consabidos discursos de siempre y las negociaciones se estancan, la sociedad civil está alzando más la voz.
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