“Estamos confrontados a una crisis de formación de un gobierno […] Si no se forma un gobierno, nos dirigimos hacia el infierno”, alertó el lunes Aoun, en momentos en los que el proceso de formación de un ejecutivo parece estancado.
El mandatario libanés señaló, además, que esta crisis “no debería tener lugar dado que las circunstancias que pesan sobre El Líbano no permiten perder un solo minuto”. “Se han propuesto soluciones lógicas y moderadas, pero no han sido aceptadas”, lamentó.
Ante tal coyuntura, Aoun hizo hincapié en la importancia de “respetar” la Constitución libanesa, aseverando que no hay ninguna solución de todas las propuestas que impliquen un vencedor y un vencido.
Por su parte, el primer ministro designado Mustafá Adib apeló la misma jornada a la “cooperación de todas las partes” para conformar cuanto antes una nueva administración.
El Líbano atraviesa una crisis financiera, monetaria, económica, social y sanitaria sin precedentes, remarcó Adib, alertando que los retrasos políticos no harán sino “agravarla”.
La coyuntura socio-política ha empeorado en el país árabe tras la potente explosión registrada el pasado 4 de agosto en el puerto de Beirut (capital libanesa), un trágico incidente que dejó cientos de muertos y heridos, llevando a la dimisión del Gobierno de Hasan Diab.
Entretanto, el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) culpa a EE.UU. de la situación que atraviesa el país árabe, pues, denuncia, Washington trata de sacar provecho político de las crisis social, humanitaria y económica que aquejan a El Líbano para allanar el terreno a una mayor injerencia en los asuntos internos del país árabe y apoderarse así de su petróleo.
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