Los hallazgos pertenecen a las comunidades que habitaron hace más de 2000 años en esa región y presentan a diversas cronologías, de entre 6000 y 1300 años de antigüedad, según informó el jueves la doctora en Arqueología, Leticia Cortés a la Agencia CTyS-UNLaM.c.
“Registramos doce tumbas en total, de las cuales la mayoría fueron hallazgos fortuitos, por lo que los pobladores que encuentran los restos nos avisan para que llevemos a cabo el rescate arqueológico, lo que suele ocurrir después de la temporada de lluvias, en verano, cuando llegan los huesos a la superficie”, agregó Cortés.
La experta subrayó que había una gran variabilidad de modos de enterrar, en tumbas individuales o colectivas y ha explicado que “varía la postura de los cuerpos: hay algunos que están hiperflexionados, como en cuclillas, con los hombros que tocan las rodillas, algunos están extendidos y otros desarticulados y mezclados”.
🗣️ "Conociendo estas costumbres, se reconstruye las prácticas culturales del pasado y pone en perspectiva nuestras propias tradiciones, que son parte de una
— Agencia CTyS - UNLaM (@CTyS_UNLaM) February 18, 2021
construcción cultural”, mencionó la doctora Leticia Cortés, investigadora en el Instituto de las Culturas, @idecu2017. pic.twitter.com/mTqlsmrFSU
En una de las tumbas se halló una máscara de cobre, que es el objeto más antiguo manufacturado en cobre de todos los Andes y tiene 3000 años y se encontró en esa localidad de la Quebrada, del Valle del Cajón, destacó Cortés.
Esta máscara antropomorfa se encontraba en un entierro colectivo de al menos 14 personas entre adultos de ambos sexos y niños, cuyos restos estaban totalmente desarticulados y mezclados en una tumba que tenía solo una pared de piedras chatas dispuestas en un costado.
A través de un análisis de ADN antiguo, lograron corroborar que dos de los individuos hallados comparten material genético, lo cual “nos podría avalar que enterraron una comunidad de personas, que quizás eran parientes entre sí”, señalaron las investigadoras.
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