El Gobierno tailandés, en un comunicado, informa de que la explosión de dispositivos caseros no han dejado víctimas y acusa a un grupo separatista musulmán de estos ataques.
La serie de explosiones se produjo horas después de que el rey de Tailandia, Vajiralongkorn, sancionara la Carta Magna, medida que abre las vías para celebrar unas elecciones previstas para 2018.
La mayoría de la población sureña en Tailandia, donde se han registrado las detonaciones, ha rechazado con su voto la propuesta del texto constitucional, enmendado a su vez por el rey para preservar algunas prerrogativas de la monarquía.
En base a los datos proporcionados por la organización Deep South Watch, desde 2004 más de 6500 personas han perdido la vida y alrededor de 11 000 han resultado heridas por el conflicto separatista que se vive en las provincias sureñas de Pattani, Yala y Narathiwat.
Hasta el momento, ninguna de las medidas adoptadas por el Gobierno tailandés para mejorar la situación, entre ellas enviar unos 40.000 efectivos militares e imponer el estado de excepción, han resultado eficaces.
Por su parte los insurgentes denuncian la discriminación que sufren por parte de la mayoría budista del país y exigen la creación de un Estado islámico que integre las referidas tres provincias.
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