"El ataque recurrió al uso de una bomba GBU-43 arrojada desde un avión estadounidense, con la intención de minimizar el riesgo para las fuerzas afganas y estadounidenses que se encuentran despejando la zona de presencia enemiga y maximizar la destrucción de instalaciones y terroristas", ha informado hoy jueves la oficina en un comunicado.
El arma, apodada ‘madre de todas las bombas’ (mother of all bombs, en inglés), se ha lanzado en la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán, de acuerdo con el texto.
El ataque recurrió al uso de una bomba GBU-43 arrojada desde un avión estadounidense, con la intención de minimizar el riesgo para las fuerzas afganas y estadounidenses que se encuentran despejando la zona de presencia enemiga y maximizar la destrucción de instalaciones y terroristas", de acuerdo con la oficina de prensa de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán.
El Ejército estadounidense está evaluando en estos momentos los efectos de la bomba, cuyo lanzamiento fue ordenado directamente por el comandante de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Afganistán, el general John Nicholson.
El militar norteamericano ha afirmado que la gigantesca bomba es "la munición adecuada para reducir los obstáculos y mantener el impulso de nuestra ofensiva" contra las fuerzas del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe).
— Resolute Support (@ResoluteSupport) April 13, 2017
A su vez, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, ha indicado que "Estados Unidos ha tomado todas las precauciones necesarias para evitar víctimas civiles y daño colateral como resultado de esta operación".
En 2001, Washington y sus aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) invadieron Afganistán dentro de su supuesta “guerra contra el terrorismo”. La ofensiva ha generado inseguridad y pobreza, que pese a la presencia de miles de soldados extranjeros siguen dominando gran parte del territorio afgano.
La mayoría de las tropas extranjeras, en particular las estadounidenses, se retiraron de Afganistán a finales de 2014 por orden del entonces presidente Barack Obama, pero cerca de 13.000 soldados de la Alianza Atlántica permanecen en el país para “asesorar y entrenar” a las tropas afganas que luchan contra el grupo armado Talibán, en particular.
Además de Talibán, tras la agresión de la OTAN también se ha desarrollado en Afganistán el grupo terrorista Daesh. Zamir Kabúlov, enviado especial para Afganistán del presidente ruso, Vladimir Putin, ha afirmado que, según las estimaciones rusas, en Afganistán hay unos 2500 miembros de Daesh “con alto nivel de profesionalidad”.
A principios del pasado mes de enero, el presidente afgano, Ashraf Qani, anunció el inicio de dos ofensivas contra el terrorismo para acabar con los ataques a civiles en su país.
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