• Detrás de la Razón - Brasil sin presidente: Samba a la Temer para la Olimpiada
sábado, 14 de mayo de 2016 19:52

Se fue apagando, poco a poco, como una vela, la esperanza de la mujer más poderosa de América Latina: Dilma Rousseff.

Así fue llevada a la cárcel y puesta tras las rejas con una sentencia de 6 años. Se cometió la peor injusticia. Es 1970. Dilma era considerada la Juana de Arco de Brasil.

Dilma quería justicia, quería "orden y progreso" tal como dice el lema de la propia bandera del Brasil. Por ello, fue torturada por la dictadura que imperaba en los 70. La silenciaron, la callaron, pero cuando salió, regresó para convertirse en la presidenta de su país.

Hoy, parece que está de nuevo en la sombra del silencio, en medio de un no se sabe ni un qué dirán, porque las cosas son distintas, la libertad de expresión, esta vez, no la llevó ahí. Así, Dilma en esta semana fue quitada de la silla presidencial.

Ella se autocalifica como víctima de un golpe de Estado. Asegura que para retirar a un presidente en Brasil tiene que haber cometido delitos de responsabilidad, y no a través de un examen de gestión donde se califique si hizo bien o no.

Por eso, y porque no hay pruebas que acrediten un presunto delito, asegura, es un golpe de Estado. 55 senadores a favor y 22 en contra aprobaron definitivamente su juicio político que la destituye por 180 días, para que se le juzgue si es destituida para siempre.

La acusan de haber maquillado las cuentas en el 2014 y hacer que la economía brasileña pareciera estar mejor. Así también, Michel Temer, el hombre fuerte de su Gobierno, y su vicepresidente, le dio la espalda y la desconoció, convirtiéndose en su peor enemigo, quien impulsó que Rousseff fuera sacada del poder.

Michel Temer, lejos del moreno o negro que le da sabor al Brasil de la Samba, cerca de la gente de cara blanca y con un grupo de amigos que nombró de ministros, sólo hombres y de apariencia europea la mayoría, con un ministro de Justicia que se inclina más por la represión que la expresión en las manifestaciones de la calle, y que defendió al polémico Eduardo Cunha, expresidente del Parlamento.

Ni una mujer, ni un sólo negro. Temer elige para su Gabinete a dos investigados por corrupción de la petrolera brasileña Petrobras, mostrando con esto para dónde va el país, porque cuando Dilma escogió para ministro a Luiz Inácio Lula da Silva quien tenía sospechas de corrupción, todo aquello fue un alboroto, pero hoy con Temer, no: mandando una señal clara de otra cosa diferente a la democracia, igualdad y justicia que el propio Temer apeló para congelar a Rousseff.

“Este es un golpe machista, patriarcal, misógino, capitalista, contra un proyecto de Gobierno de inclusión social. No les gustan los pobres, las mujeres, los negros, los gays, las lesbianas, los indígenas” protesta contra Temer, la que hasta hace unos días era la ministra de Políticas para las Mujeres, Eleonora Meniccuci.

Este es el rostro del nuevo Brasil de izquierda a derecha, lejos de la Bossa Nova y de la Samba que practica una población que más de la mitad es negra, mulata y morena, pero que su Gobierno representa el rostro blanco.

El hecho real es que el Producto Interior Bruto (PIB) de Brasil desde que Lula lo dejó en el 2010 con un crecimiento de 7,5 % anual, el crecimiento se convirtió en una montaña rusa, descendió, descendió y descendió, 3,9 en 2011; 0,1 en 2014 y menos tres punto ocho (-3,8) para este 2016.

¿La quitaron, fue un complot, falta de audacia, corrupción, delinquió, se equivocó, conspiración extranjera, qué fue lo que pasó con Dilma Rousseff?

Pregunta en Detrás de la Razón: a las diez treinta de la noche, desde los estudios de Teherán; Londres, seis de la tarde; México y Colombia, doce del día; Madrid, ocho de la noche.

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