La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte de que el coste humano del conflicto, que se intensificó hace dos años con la intervención saudí, es más importante que los daños materiales.
Roa, a los 12 años, sueña con convertirse en maestra, pero ahora ni siquiera puede ir a la escuela. Junto a su familia tuvo que abandonar la ciudad de Taiz, en el suroeste del país, en 2016, y refugiarse en la capital, Saná, cuando su escuela fue destruida por un bombardeo de aviones saudíes.
Ella es una de los cientos de miles de niños yemeníes que están fuera de la escuela a causa del conflicto. Según la ONU, el 10 por ciento de los centros educativos del país árabe están fuera de servicio. Han quedado destruidos, dañados por los bombardeos, o se han convertido en refugio para los desplazados.
En todo Yemen, más 2 millones de niños no pueden asistir a la escuela, como indican los datos de las Naciones Unidas. Además, muchos no pueden ir al colegio porque sus familias no pueden pagar las tasas escolares ni el material necesario. Las escuelas que aún funcionan están superpobladas.
La guerra continúa en Yemen y ha dejado ya más de 4700 muertos. Los niños son los que pagan el mayor precio, con un futuro en peligro de verse arruinado.
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