Steve Goose, director de armas de HRW y presidente del movimiento internacional contra las armas de racimo Cluster Munition Coalition (CMC), ha reclamado este viernes a Washington que deje de producir y vender este tipo de armamento, prohibido en muchos países por el tipo de daños que causan y a que algunas veces no llega a explotar, suponiendo un peligro a largo plazo.
“Estados Unidos ha vendido bombas de racimo a Arabia Saudí, un arma del que la mayoría de países ha renegado por los graves daños que provocan a la población civil", ha declarado Goose.
El activista ha denunciado asimismo el uso de bombas de racimo de fabricación estadounidense por Arabia Saudí en su mortífera agresión contra Yemen, y pide a EE.UU. que ponga fin a su venta al país árabe.
Estados Unidos ha vendido bombas de racimo a Arabia Saudí, un arma del que la mayoría de países ha renegado por los graves daños que provocan a la población civil, ha declarado Steve Goose el director de armas en HRW y presidente del movimiento internacional contra las armas de racimo Cluster Munition Coalition (CMC).
"Arabia Saudí debería dejar de usar bombas de racimo en Yemen o en cualquier otra parte, y Estados Unidos debería dejar de producirlas y de exportarlas", ha enfatizado.
Finalmente, Goose ha subrayado que las reglas estadounidenses de exportación de armamento, que se basan en la fiabilidad de las armas, no han evitado el aumento de las ventas de bombas de racimo a Arabia Saudí, exponiendo así a la población a un riesgo a largo plazo.
No es la primera vez que Arabia Saudí utiliza bombas de racimo en sus ataques aéreos a Yemen, HRW ha acusado ya con anterioridad al régimen de los Al Saud de usar bombas CBU-105 en sus ilegítima agresión a su vecino sureño.
Las municiones de racimo están prohibidas por una convención internacional redactada en 2008 y entrada en vigor en agosto de 2010.
Según las estadísticas de las Naciones Unidas, la guerra saudí contra Yemen, que comenzó en marzo de 2015, ha dejado ya entre muertos y heridos más de 32.000 víctimas, en su mayoría civiles, mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra los muertos en 6400 personas, la mitad de ellas civiles.
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