En este nuevo estudio, liderado por el doctor Tomohide Yamada, de la Universidad de Tokio, en Japón, los autores realizaron un análisis para investigar la asociación entre la somnolencia durante el día, echarse la siesta y el riesgo de diabetes tipo 2.
La somnolencia diurna excesiva y echar siestas muy largas se relacionaron con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, mientras una breve siesta no eleva este riesgo", afirman los autores del estudio.
Entre 683 estudios identificados inicialmente, un total de 10 fueron considerados de buena calidad e incluyeron a 261.365 sujetos asiáticos y occidentales. Los estudios procedían de Suecia, España, Finlandia y Alemania (somnolencia diurna) y Estados Unidos, China y Alemania (siesta).
Se encontró que la somnolencia diurna excesiva aumenta el riesgo de diabetes en un 56 por ciento, mientras que una siesta más larga durante el día (de 60 minutos o más) elevó el riesgo en un 46 por ciento. En contraste, una siesta más corta (60 minutos o menos) no aumentó el riesgo de diabetes, sin efecto de la siesta hasta los 40 minutos al día, umbral que una vez traspasado comenzó a elevar el riesgo considerablemente.

"La somnolencia diurna excesiva y echar siestas muy largas se relacionaron con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, mientras una breve siesta de no eleva este riesgo", afirman los autores del estudio, indicando que "la siesta durante el día podría ser una consecuencia de la alteración del sueño nocturno como la apnea obstructiva del sueño”.
Estudios epidemiológicos han demostrado que la apnea obstructiva del sueño está relacionada de forma independiente a los bloqueos de las arterias del corazón (isquemia), derrames cerebrales, eventos cardiovasculares fatales y no fatales y mortalidad por cualquier causa.
"Varios estudios han demostrado los efectos beneficiosos de echar siestas cortas de menos de 30 minutos de duración, ayudando a aumentar el estado de alerta y las habilidades motoras. Una siesta corta termina antes de la aparición del sueño profundo de ondas lentas", recalcan los investigadores.
"Entrar en este sueño profundo y luego no poder completar el ciclo de sueño normal puede dar lugar a un fenómeno conocido como inercia del sueño, en el que una persona se siente aturdida, desorientada e incluso con más sueño que antes de dormir la siesta", agregan.
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