• Realizar un doctorado requiere una combinación de habilidades técnicas, intelectuales y emocionales para la consecución de resultados óptimos en contextos de considerable exigencia.
Publicada: miércoles, 19 de abril de 2017 18:05
Actualizada: jueves, 20 de abril de 2017 9:34

Un estudio concluye que uno de cada tres investigadores que estudian un doctorado ponen en riesgo su salud mental.

La cifra no es exacta pero, según un estudio publicado por la revista Research Policy y liderado por la Universidad de Gante (Bélgica), la salud mental del 32 % de este colectivo está comprometida, dos veces más que entre la población con un elevado nivel educativo.

Los problemas para conciliar vida familiar y laboral, la obtención continua de resultados que demanda la investigación, la supervisión constante de su trabajo y las expectativas poco halagüeñas de encontrar después un empleo acorde a su preparación tienen parte de la culpa.

Requiere una combinación de habilidades técnicas, intelectuales y emocionales para la consecución de resultados óptimos en contextos de considerable exigencia, procesos de larga duración y con consecuencias para el futuro profesional y académico", dice Marta Giménez, psicóloga clínica.

Desarrollar una tesis no es un trabajo cualquiera. Marta Giménez, psicóloga clínica y directora de investigación e innovación del Centro de Psicología Área Humana, sintetiza así las razones que lo hacen potencialmente estresante: "Requiere una combinación de habilidades técnicas, intelectuales y emocionales para la consecución de resultados óptimos en contextos de considerable exigencia, procesos de larga duración y con consecuencias para el futuro profesional y académico". Pero hay más razones, porque en esta carrera de fondo cada cual escribe su propia lista de motivos.

Por ejemplo, la inseguridad y la desmotivación ante la falta de recompensas inmediatas. "Al ser un trabajo generalmente minucioso, profundo y reflexivo, los productos del trabajo se aprecian a largo plazo con la publicación de artículos o la participación en clases o conferencias", considera David Nievas, quien realiza su doctorado en el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid.

Por todo ello, y por la presión muchas veces autoimpuesta– que sufren, considera que los doctorandos son "más vulnerables" a este tipo de trastornos, extremo que el citado artículo no confirma.

La propuesta de Nievas: atención psicológica especializada para ellos en los centros universitarios. La idea no suena muy descabellada porque la gestión de las emociones desempeña un papel clave en este oficio, que los especialistas consideran que sólo puede ejercerse con éxito gracias a grandes dosis de motivación, disciplina y tolerancia a la frustración y a las críticas

Otros hábitos, como cuidar la alimentación, realizar actividades deportivas y de ocio con regularidad y no aislarse de los demás -sobre todo, de personas ajenas al contexto académico- también puede ser de ayuda, afirma Giménez.

Sentirse arropado es fundamental. Sobre todo, cuando la realidad no muestra su mejor cara. "Desmoraliza simplemente saber que, por mucho que te esfuerces o por bueno que seas en tu especialidad, tu trabajo se valorará poco en la sociedad y acabarás teniendo que marcharte de tu ciudad y alejarte de los tuyos para que la tesis no haya sido en vano", lamenta la biotecnóloga Paula Ruiz.

Por otra parte, no encontrar financiación para los proyectos es una de las razones que explica por qué hay tantos aspirantes a doctor que se ven obligados a dejar su tesis sin terminar. Sin apoyos familiares, bancarios o ahorros suficientes, no todos pueden seguir trabajando sin cobrar.

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