Publicada: lunes, 19 de febrero de 2024 20:53
Actualizada: sábado, 2 de marzo de 2024 12:19

El 19 de noviembre de 2023, se produjeron dos acontecimientos relacionados entre sí en el mar Rojo y en Teherán, la capital de Irán.

Por: Xavier Villar

Por un lado, un helicóptero de la Fuerza Naval yemení abordó al carguero Galaxy Leader mientras navegaba por el mar Rojo al sur de Yida. Varios soldados yemeníes izaron las banderas de Yemen y Palestina y dirigieron el barco hacia el puerto yemení de Hodeida. La justificación de esta operación militar fue que la naviera que había fletado el buque era israelí. Israel desmintió rápidamente la noticia afirmando que el buque era “propiedad británica y operado por japoneses”. Pero la verdad es que la empresa naviera era propiedad del multimillonario israelí, Rami Ungar, el mayor importador de vehículos de Israel y con conexiones muy cercanas con la élite política de la colonia.

El otro acontecimiento que tuvo lugar el mismo día 19 de noviembre ocurrió a cientos de kilómetros del mar Rojo, en Teherán, donde el Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, en una comparecencia pública, instó a los países musulmanes a cortar todos los lazos económicos con Israel para ayudar a salvar vidas palestinas.

Desde el 19 de noviembre, algunas compañías navieras han comenzado a cambiar de ruta, evitando el mar Rojo, aunque esto signifique prolongar el viaje unos diez días con costos económicos adicionales. El volumen total de carga que pasa por el canal de Suez ha disminuido en un 45 por ciento, mientras que para los buques portacontenedores la cifra es aún más alta.

El mejor ejemplo de la estrategia conjunta entre el Ejército yemení y las palabras del ayatolá Jamenei, instando a boicotear a la colonia sionista, se refleja en la situación actual del puerto de Eilat, el único puerto que la colonia sionista tiene en el mar Rojo. Este puerto ha sido el más afectado por las acciones de bloqueo del Eje de Resistencia. La importación de vehículos, que constituye la carga principal en el puerto, prácticamente se ha detenido por completo.

La situación en Eilat sirve para mostrar cómo una estrategia conjunta, tanto política como militar, puede ser efectiva para paralizar uno de los puertos más importantes de Israel. A nivel político, el boicot solicitado por el ayatolá Jamenei en su discurso del 19 de noviembre en Teherán está teniendo éxito, como en el caso de Malasia, donde el gobierno ordenó a sus operadores portuarios negar el atraque de todos los buques con destino a Israel o propiedad de la naviera Zaim, que tiene estrechos vínculos con los servicios de inteligencia sionistas.

Pero este bloqueo económico contra la entidad sionista no está siendo implementado por tres países de la región: Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Según informaciones publicadas por la televisión israelí, canal 13, estos países están ayudando activamente a Israel a romper el bloqueo impuesto por los yemeníes en el mar Rojo.

Esa misma información mencionaba cómo cientos de camiones cargados con mercancías y alimentos frescos viajaban desde Arabia Saudí y Jordania, llegando eventualmente al puerto de Haifa en los territorios ocupados a través de Dubái en los Emiratos Árabes Unidos.

La relación especial entre estos tres países e Israel es ampliamente conocida. En 1994, se firmó el “acuerdo de paz” entre Jordania y la entidad sionista. Sin embargo, esta relación es rechazada por una abrumadora mayoría de la población jordana. Por ejemplo, según datos de una encuesta realizada por el Washington Institute for Studies, un think tank pro-sionista estadounidense, en 2023, más del 84 % de la población rechazaba cualquier tipo de relación con Israel.

Por su parte, los Emiratos Árabes Unidos firmaron la llamada “normalización” con Israel en 2020 como parte de los llamados “Acuerdos de Abraham” promovidos por la administración estadounidense. Ambos lados han establecido una cooperación estratégica en varios campos, incluido el militar. En enero de 2022, la empresa de armamento israelí Elbit Systems anunció que había firmado un contrato por valor de 53 millones de dólares para suministrar sistemas de defensa necesarios para la fuerza aérea de los Emiratos.

Por último, las relaciones entre Arabia Saudí e Israel están en punto muerto, lo cual, desde un punto de vista estratégico, supone una victoria para la política exterior iraní, especialmente en el contexto del genocidio en Gaza. Hace más de un año, el Líder de Irán, en uno de sus discursos, advirtió que la normalización entre Arabia Saudí e Israel podría causarle problemas internos al régimen saudí debido a “la traición a la causa palestina” y a la oposición interna del pueblo saudí a la decisión tomada por sus dirigentes. 

De hecho, los medios iraníes informaron sobre una encuesta publicada por el centro de análisis político Al-Maqreez Al-Arabi, con sede en Catar, que mostraba cómo un 89 % de los encuestados en Arabia Saudí se declaraban preocupados por la situación de Palestina una vez formalizada la normalización con Israel.

Por su parte, la administración Biden ha continuado con el proyecto de “normalización” iniciado bajo Trump, centrándose en esfuerzos diplomáticos para forjar acuerdos entre los Estados del Golfo Pérsico e Israel, en lugar de abordar la cuestión palestina y poner fin al genocidio en Gaza. 

Todo lo anterior pone de relieve la existencia de una división política en la región; por un lado, el discurso político, representado conjuntamente por las palabras del ayatolá Jamenei llamando al boicot contra los sionistas y las operaciones militares yemeníes en el mar Rojo, que ven a Palestina como un punto central de la Umma (la comunidad islámica) que merece todo el apoyo. Y por otro lado, existen una serie de países cuyos gobiernos prefieren traicionar la obligación ummática de liberar Palestina y reconocer la ocupación colonial.