Publicada: jueves, 9 de marzo de 2023 10:16

La supuesta ola de envenenamientos en Irán está siendo utilizada por Occidente para volver a culpabilizar a la República Islámica.

Esta ola de “envenenamientos”, que comenzó en el mes de noviembre en Qom, se ha extendido por varias provincias, Ardabil, Lorestán, Fars, Ilam, Qazvin, y Mazandarán, hasta alcanzar la capital, Teherán. La mayor parte de las víctimas hablan de malestar general, náuseas y mareos. Algunas de esas víctimas han sido ingresadas en hospitales alrededor del país. Por el momento no hay víctimas mortales. El Ministro de Salud, Bahram Eynollahi, hablando en una rueda de prensa comentó que los efectos del supuesto gas tóxico empleado son, por el momento, muy leves. La mayor parte de las víctimas hablan de malestar general, náuseas y mareos.

Los envenenamientos continúan siendo un misterio y el gobierno ha ordenado una investigación exhaustiva para determinar los detalles y responsables. El presidente Raisi instruyó directamente al Ministro del Interior, Ahmad Vahidi, para liderar la investigación. En los últimos días, el viceministro del Interior confirmó la detención de varios individuos en al menos cinco provincias, supuestamente relacionados con los ataques. 

Recientemente, durante una comparecencia pública, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, calificó esta supuesta ola de envenenamientos como un “crimen imperdonable” y solicitó a las autoridades a cargo de la investigación que “trabajen incansablemente para encontrar a los responsables”. 

El presidente Raisi, por su parte, describió la ola de envenenamientos como parte de una guerra híbrida contra la República Islámica, cuyo objetivo es “crear caos en el país”. Además, declaró: "Están tratando de perturbar el país y sembrar el miedo en el corazón de nuestros seres queridos", refiriéndose a la propaganda de los medios extranjeros que se ha centrado en el tema para retratar al país como inseguro y contrario a los derechos de las mujeres.

A pesar de la rápida respuesta del gobierno, los medios occidentales y los medios de la oposición en persa, como ManotoTV o BBC Persian, han lanzado una campaña de acusaciones sin pruebas para culpar a la República Islámica de estar detrás de los envenenamientos o de adoptar una postura pasiva frente a los ataques.  

Esta campaña de propaganda sigue las mismas líneas básicas de todas las campañas anteriores contra la República Islámica, solo cambian los detalles. El marco discursivo es el mismo: la República Islámica es una tiranía que, en su absoluta maldad, busca mantenerse en el poder a cualquier precio, incluso si eso significa atacar indiscriminadamente escuelas infantiles.

Si nos fijamos en la revista Foreign Policy, considerada una de las publicaciones más respetadas en Occidente en temas de política exterior, podemos ver en un reciente artículo sobre el caso de los envenenamientos en Irán cómo funciona toda la maquinaria propagandística anti-iraní.

El artículo, además de repetir lo ya mencionado anteriormente, se centra en la "sensación de caos" que se ha generado en el país. Alex Vatanka, Director del programa sobre Irán en el Middle East Institute, afirma en el artículo que esta supuesta sensación "puede fácilmente pasar de una preocupación por el bienestar de tus hijas a una movilización política contra el régimen iraní".

Este párrafo resume gran parte de la política occidental hacia la República Islámica. Además, el artículo no se limita a describir la situación, sino que es prescriptivo, es decir, intenta influir en la opinión pública. Vatanka también sugiere que "esta sensación de caos en el país refleja la pérdida de control por parte del régimen". 

Como bien señala el análisis de Vatanka para Foreign Policy, el objetivo de la prensa occidental, así como de los medios opositores en persa, es crear la situación descrita. Esto no tiene nada que ver con una visión conspiranoica que ve enemigos en cada esquina o con un intento por criminalizar cualquier crítica contra la gestión del gobierno iraní. 

Se trata de una clara voluntad política por parte de Occidente de crear las condiciones políticas que ayuden y/o faciliten un cambio de régimen en la República Islámica. 

Para lograr su objetivo, es necesaria una división del trabajo en esta permanente campaña anti-República Islámica. Esta campaña explica la simbiosis entre think tankers como Vatanka, así como muchos otros como Ali Vaez, Barbara Slavin, medios de comunicación especializados como Foreign Policy, y otros más generalistas como ManotoTV, BBC y New York Times. Incluso películas como Argo o novelas gráficas como “Persépolis” forman parte de todo este entramado discursivo. 

Edward Said, académico palestino-estadounidense conocido por su imprescindible libro “Orientalismo”, recoge la frase acuñada por el político conservador británico del siglo XIX Benjamin Disraeli en su novela “Tancred”: “Oriente es una profesión”. Esta afirmación colonial sigue siendo válida para describir la interacción entre Occidente y la República Islámica. Podemos decir que la República Islámica es una profesión para todos esos think tanks, medios de comunicación, diferentes ONGs y opositores. 

La obsesión de la prensa occidental con la República Islámica se debe, por tanto, a una lógica colonial. 

La resistencia de Irán a la homogenización política promovida por Occidente resulta intolerable desde una perspectiva política. El tema de los envenenamientos no es simplemente carnaza para ese entramado que se dedica profesionalmente a “analizar” o “monitorizar” a la República Islámica, sino que forma parte del esfuerzo discursivo que busca reemplazar la República Islámica con otra forma de articulación política. 

 

Por Xavier Villar