Publicada: martes, 26 de julio de 2022 12:44

Se cumplen 35 años del asesinato de Naji al-Ali, dibujante y creador del icónico refugiado palestino “Handala”.

Naji al-Ali, considerado el mejor caricaturista palestino y probablemente el más conocido caricaturista del Mundo Árabe era especialmente crítico con el liderazgo palestino de la OLP y con el mundo árabe al que acusaba de corrupto y de absoluto abandono de la causa palestina a pesar de las riquezas naturales, especialmente el petróleo que nunca fueron puestos al servicio de las reivindicaciones palestinas.

Al-Ali tuvo que abandonar durante la Nakba, su localidad en Palestina, al-Shajara, de donde fueron expulsados todos sus habitantes por las milicias sionistas de la Brigada Golani que dejaron un reguero de sangre en esta localidad, masacrando a decenas de civiles. Esta localidad ha sido sustituida por un asentamiento –sólo para judíos– llamado Ilaniya.

Esta localidad junto con otras quinientas localidades palestinas desaparecieron del mapa tras ser tomadas a punta de pistola por grupos armados judíos.

Con tan sólo diez años, Naji se establece con su familia en el sur de El Líbano, en el campamento de refugiados de Ain al-Hilweh en Sidón, (un campo que conozco bien de mis años como corresponsal en Oriente Medio, por los frecuentes enfrentamientos armados entre facciones palestinas).

Al-Ali, describiría “Yo era un niño de diez años cuando llegamos al campo de refugiados de Ain al-Hilweh. Estábamos hambrientos, aturdidos y descalzos. La vida en el campo era insoportable, llena de humillaciones diarias, dominada por la pobreza y la desesperación”.

Muchos son los que aseveran que el personaje creado por Al-Ali, Handala en 1967 y que refleja un niño de 10 años que da la espalda al espectador y tiene las manos unidas a la espalda, lleva ropas harapientas y va descalzo, lo que simboliza su lealtad a los pobres, se asemeja al mismo Naji con la misma edad y en las mismas circunstancias.

Tras pasar gran parte de su adolescencia en Ain al-Hilweh, el ya dibujante se traslada al conocido campo de refugiados de Shatila en Beirut donde ejercería como trabajador industrial.

En 1963, Naji al-Ali se trasladó a Kuwait con la esperanza de ahorrar dinero para estudiar arte en El Cairo o Roma. Allí trabajó como editor, dibujante, diseñador y productor de periódicos en la revista nacionalista árabe Al Tali'a. A partir de 1968 trabajó para Al-Siyasa. A lo largo de estos años regresó varias veces al Líbano. En 1974 empezó a trabajar para el periódico libanés Al-Safir, lo que le permitió volver al Líbano durante temporadas más largas.

Durante la invasión israelí del Líbano en 1982, fue detenido brevemente por las fuerzas de ocupación sionistas junto con otros residentes de Ain al-Hilweh. En 1983, tras las amenazas de la milicia falangista en Líbano, trasladó a su familia a Kuwait, donde trabajaría en Al Qabas.

En 1985 se vio forzado a trasladarse a Londres, donde trabajaría en la oficina londinense del periódico kuwaití Al-Qabas. Según Naji "… me expulsaron de Kuwait a Londres bajo la presión de Arabia Saudí y quizás incluso de la OLP".

Al-Ali fue disparado en la nuca mientras se dirigía a la oficina del periódico donde trabajaba en Londres el 22 de julio de 1987, muriendo 5 semanas después, el 29 de agosto en el hospital londinense sin haber recobrado la consciencia.

La policía londinense siempre ha mantenido la misma línea de investigación de hace tres décadas, insinuando que todo apunta a que el brutal atentado lleva la firma de la OLP.

A uno de los detenidos, Ismail Sowan, se le encontró en su domicilio un importante arsenal de armas y explosivos. Las investigaciones posteriores descubrieron que él y otro palestino en Londres eran agentes dobles israelíes de la agencia de espionaje Mossad,

Se descubrió que Israel tenía conocimiento previo del asesinato. No obstante, el país que vio nacer el movimiento sionista, Gran Bretaña sigue sin identificar al sicario que sigue en libertad, por causas obvias, el gran valedor de la catástrofe palestina nunca apuntará su dedo acusador a Israel aunque éste confesara tan vil asesinato.

Los asesinatos selectivos se han convertido en el modus operandi de las autoridades israelíes contra todo palestino incómodo y la impunidad de estos crímenes se perpetúan en el tiempo.

El literato palestino Ghassan Kanafani, líder del Frente Popular para la Liberación de Palestina así como miembro en sus comienzos del Movimiento Nacionalista Árabe al igual que Naji al-Ali, fue asesinado por Israel en Beirut en 1972 en un atentado perpetrado por el Mossad.

 Ali Abu Mustafa, también perteneciente al liderazgo del FPLP, y miembro del Comité Ejecutivo de la OLP, fue también asesinado en un asesinato selectivo el 27 de agosto de 2001, o el caso más reciente y flagrante de la periodista palestina Nisreen Abu Akleh, asesinada el pasado mes de mayo por un francotirador del ejército israelí durante la cobertura de una redada del Ejército israelí en la ciudad de Jenin.

El canal de noticias afirmó que portaba casco y chaleco de prensa, pero que igualmente las fuerzas israelíes la mataron "a sangre fría". Israel acusó como es habitual a las milicias palestinas de dicho crimen.

Naji al-Ali fue uno de los caricaturistas satíricos más populares del mundo árabe, su obra enfocaba a los corruptos y a los poderosos. Su arte era despiadado, sarcástico y audaz, y atraía a un gran público, y no le faltaban enemigos.

En 1988, la Federación Internacional de Editores de Periódicos le concedió a título póstumo la Pluma de Oro, calificándolo como "uno de los mejores dibujantes desde el siglo XVIII".

Handala, el más popular de los personajes de Al-Ali, el niño refugiado que oculta su rostro, se ha convertido en un símbolo inmortal del desafío palestino a la brutal ocupación israelí y fue concebido por su autor para no mostrar su rostro hasta que el último palestino regrese a casa… a Palestina.