• Un grupo de mujeres iraníes marcha en defensa del valor de mujer en la ciudad de Boruyerd, 12 de octubre de 2022. (Foto: FARS)
Publicada: viernes, 11 de agosto de 2023 16:22

Uno de los grupos más destacados, desde una perspectiva política, es la diáspora iraní que se identifica con el término “persa” y rechaza cualquier forma de asociación con “Irán”.

Es importante enfatizar que al examinar esta forma de identificación, no se limita el análisis a una cuestión meramente lingüística, sino que se busca comprender cómo esta diáspora estructura el mundo desde una perspectiva discursiva y política.

El significante “persa” cumple la función de estructurar un discurso mediante el cual las poblaciones que se autoidentifican de esta manera adquieren ciertas características particulares y, al mismo tiempo, se contraponen a otras en su propio discurso. Es importante señalar, por lo tanto, que el significante “persa” adquiere su significado completo cuando se comprende la cadena completa de equivalencias que conforman este discurso. Sin esta cadena de equivalencias, cualquier significante sería simplemente un símbolo aislado, desvinculado de un sistema integrado. En otras palabras, se puede afirmar que el análisis discursivo de la diáspora iraní que se configura políticamente a través de este símbolo, solo es posible una vez se considera el significante “persa” en el contexto de todas sus relaciones y conexiones.

El lenguaje, que funciona para organizar la realidad de manera discursiva, está formado por significantes y significados. Al mismo tiempo, existen lo que se denomina “puntos nodales”, que son momentos cruciales en los cuales diversos elementos convergen y, a través de esta convergencia, refuerzan o no las normas, ideologías y estructuras establecidas.

En el caso de la diáspora iraní que se autoidentifica como “persa”, es necesario comenzar explicando cómo esta diáspora comprende el término “persa” y cómo este significante se organiza dentro de un discurso político. El primer aspecto crucial en este análisis radica en que el término “persa” es interpretado desde una perspectiva esencialista. Esto significa que, para esta diáspora, el término “persa” representa una concepción nacional supuestamente pura y libre de la influencia de elementos considerados foráneos o extraños. Por lo tanto, se trata de un discurso nacionalista que busca salvaguardar, desde una perspectiva discursiva, una tradición esencializada.

La conexión más frecuente entre las personas que se autoidentifican como “persas” se establece entre un pasado histórico, específicamente la Persia clásica, y a través de un salto discursivo-político, con la dinastía Pahlavi. Todo lo que ocurrió entre estos dos momentos, así como lo que vino después de la dinastía Pahlavi, es percibido simplemente como una imposición discursiva externa y ajena a la identidad persa.

Lo que está en la base de esta conexión imaginaria entre, por ejemplo, Ciro el Grande y Mohamad Reza Pahlavi es la exclusión del Islam de la narrativa histórica. En consecuencia, se puede afirmar que el término “persa” también opera dentro de un conjunto de antinomias, siendo la más clara de todas su contraposición al Islam. En otras palabras, “persa” conlleva, entre muchas otras cosas, la idea de no ser islámico.

En este sentido, se puede afirmar que la elección de autoidentificarse como “persa” tiene como objetivo primordial alejarse del Islam y en concreto de la articulación del Islam que dio origen a la República Islámica.

Una vez se comprende el carácter anti-islámico del significante “persa”, es posible analizar el resto del discurso y la cadena de equivalencia que lo sustenta. Dentro de este discurso, existe la idea de que el Islam fue una imposición resultado de la invasión árabe-musulmana. En esta perspectiva, el Islam ocupa el lugar de lo extranjero y, con frecuencia, la caída del Imperio Sasánida en el año 651 se presenta de manera similar a una incursión de hordas extranjeras que penetraron las fronteras del imperio e impusieron sus normas y tradiciones, ajenas a la tradición persa.

Es posible volver a observar esta identificación del Islam con lo extranjero en dos momentos que resultan relevantes para este análisis. En primer lugar, el régimen Pahlavi intentó retratar al Imam Jomeini como un foráneo, originario de la India, con el propósito de enfatizar esta visión de lo extranjero infiltrándose en lo persa. En segundo lugar, y de manera más actual, se puede tomar el ejemplo de India, donde el gobierno ultranacionalista hindú liderado por Narendra Modi busca transformar a los musulmanes del país en nada más que hordas invasoras, sin ningún tipo de conexión con la India entendida exclusivamente desde una perspectiva hindú.

Esta obsesión por convertir en extranjeros no solo a los musulmanes, sino también al Islam en sí, revela una dimensión que a menudo pasa desapercibida al analizar a la diáspora iraní: la dimensión racial.

“Persa” también funciona como un indicador racial. Autodenominarse “persa” opera como un símbolo de afinidad con la blancura, entendida como un ideal al que se aspira y se desea. Ser “persa” implica ser miembro de un país que se percibe como distante tanto de los vecinos de la región como del resto de musulmanes y musulmanas en el mundo. Esta búsqueda de la blancura es evidente en las palabras del último de los Pahlavi a un periodista, cuando expresó que “Somos una potencia aria asiática cuya mentalidad y filosofía se asemejan a las de los estados europeos, sobre todo Francia”. En otra entrevista, esta vez con el entonces embajador británico, agregó que “era un accidente histórico” que Irán estuviera ubicado en el Medio Oriente.

El discurso en el que se enmarca el término “persa” es evidentemente racial y anti-islámico. Este discurso categoriza a los musulmanes en Irán como poblaciones inferiores, alejadas de la modernidad, y por lo tanto, no blancas. 

Tehrangeles es el símbolo visual de ese discurso en el cual se integra la identidad “persa”. A diferencia de la identidad islámica, esta identidad no tiene problemas en reducirse a una serie de tópicos culturales, careciendo de cualquier aspiración antihegemónica.

XAVIER VILLAR