Después de pasar por varios países, el grupo de migrantes llega al río Bravo, que conecta México con Estados Unidos. Al frente, están las boyas naranjas que se extienden por unos 300 metros y que han sido instaladas por el Gobierno de Texas para evitar la entrada de los migrantes. Sin embargo, los solicitantes de asilo cruzan el río, por donde hay acceso. Y luego, se topan con una barrera interminable de alambres de afiladas púas.
Magali Urbina es propietaria del territorio que tiene acceso directo al río. Aunque los inmigrantes entran ilegalmente en sus tierras al cruzar el río, confiesa que le duele ver cómo los solicitantes de asilo resultan heridos al tratar de atravesar las boyas y los alambres de púas.
Jessie Fuentes, que hasta hace poco ofrecía paseos por el río, lamenta que el Gobierno del republicano Greg Abbott, haya convertido el río en zona de guerra. Afirma que las boyas son peligrosas. Desde su instalación hace más de un mes, se han encontrado cuerpos en el sector.
Estas peligrosísimas boyas también han sido denunciadas por el Gobierno de México, que lamenta el trato inhumano del gobernador Abbot hacia los migrantes.
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